Iván Arenas
Perú21, 5 de julio del 2024
“Cuando digo que La Libertad es nuestra posible Sinaloa es porque toda la región norteña se empieza a parecer línea a línea al Estado Libre y Soberano de Sinaloa como es llamada de manera oficial”.
En 2022, una sección del Cártel de Sinaloa —Los Chapitos— liderada esta vez por el hijo del ‘Chapo’ Guzmán, tomó por asalto una operación minera aurífera en la zona de El Patole y la explotó sin cumplir ningún estándar social ni ambiental. El negocio de ‘El Chapito’ fue exitoso, no obstante, el “software” criminal de la minería ilegal ya se había realizado antes en otras partes de México con Los Caballeros Templarios o lo que queda de Los Zetas antiguos. Crimen, corrupción, drogas y minería ilegal. Todo eso es el software.
Los cárteles de Jalisco Nueva Generación y Sinaloa se han extendido a Ecuador a través de Los Lobos y Los Choneros que controlan las plantas de beneficios de Azuay y se estima que solo una de ellas (Los Lobos) explota una veintena de minas de oro cuyo principal comprador es China. Ya el Gobierno chino advirtió a su par ecuatoriano que en 2019 importaron oro norteño por un valor de casi US$340 millones mientras que en el boletín oficial de aduanas salía US$76 millones.
Pero a lo que vamos. Cuando digo que La Libertad es nuestra posible Sinaloa es porque toda la región norteña se empieza a parecer línea a línea al Estado Libre y Soberano de Sinaloa como es llamada de manera oficial. Así, en Sinaloa las bandas criminales del narco han tomado el control —directo e indirecto— de todo el aparato del Estado, a pesar de las guerras declaradas por el gobierno federal mexicano. En Sinaloa confluyen el narco —que también, como decíamos, está metido de cabo a rabo en la minería ilegal—, la corrupción generalizada en grandes porciones del Estado regional, autoridades que son parte de la cadena y un puñado enorme de fiscales, policías y jueces.
En La Libertad sucede casi lo mismo. Una región tomada por las bandas criminales locales como extranjeras, con un corredor del narco que viene desde Tocache-Huacrachucro-Sihuas y pasa por Pataz y toda la sierra liberteña (y que ahora sus “inversionistas” invierten el “excedente” en el negocio del oro ilegal), con algunas autoridades corruptas que son parte de la cadena sin la cual no puede operar la minería ilegal, con algunos jueces, fiscales y policías implicados también en el asunto, y sobre todo con una ciudadanía extorsionada en el centro del problema y que además de ello está a merced de algún crimen callejero de sicariato. Sí, La Libertad se parece a Sinaloa.
Cuando Poderosa o Marsa son atacadas por bandas criminales asociadas ahora al narco —tanto de aquí como allá— se le debe también sumar las bandas organizadas en el propio Estado que integran algunas autoridades y funcionarios así como fiscales y jueces. Quizá, Dios nos libre, llegue el día que algún cártel expulse a Poderosa como se hizo en Sinaloa.