Fausto Salinas Lovón
Para Lampadia
La irrupción de las aerolíneas low cost ha permitido el crecimiento sostenible del número de viajeros en el mundo y la democratización del transporte aéreo a nivel global.
Por ejemplo, en España, el número de viajeros aéreos evolucionó de 20 a 80 millones entre 1994 y 2020 (antes del COVID 19) según datos del Banco Mundial reproducidos por El Confidencial 13.03.2024. Esta tendencia se ha mantenido en el 2023, donde las dos aerolíneas low cost más vendedoras de España (Vueling y Ryanair), han transportado a 45 millones de viajeros, mientras que la aerolínea española insignia, Iberia, en su formato tradicional, solo transportó a 6.9 millones de viajeros.
Los datos en Latinoamérica no son distintos. Según el Centro para la Aviación (CAPA), consignado por Blomberg Línea, el 2019 las aerolíneas low cost ya controlaban el mercado aéreo en Brasil y México, las dos economías más grandes de la región.
En el Perú, las low cost han ingresado a miles de viajeros al transporte aéreo y han generado competencia a la aerolínea tradicional que tenía posición dominante en el mercado aéreo nacional. Hoy, en ciertas condiciones, ocasiones y con varias limitaciones, los viajeros pueden subir a un avión con menos de 100 soles, una tarifa que compite con el transporte terrestre. La consecuencia lógica de este proceso es que los aeropuertos del Perú se han visto congestionados de viajeros. Luego de la Pandemia del COVID 19, estos miles de viajeros que se han sumado al transporte aéreo abarrotan la misma infraestructura existente, diseñada y construida décadas atrás para un mercado de transporte distinto.
Nuestra autoridad de transporte no ha visto el proceso y no ha previsto sus consecuencias. Una evolución de estas características, demandaba mucha agilidad para ampliar la infraestructura aeroportuaria. No se han creado más aeropuertos en la proporción en que ha crecido el número de visitantes. Las ampliaciones en los aeropuertos concesionados no han sido suficientes y las carencias en los aeropuertos manejados por Corpac son serias.
Pasillos abarrotados, baños insuficientes y congestionados, terminales sin aire acondicionado, colas, son el nuevo perfil de nuestros aeropuertos, que tienen más apariencia de terminales de abasto que de terminales aéreos.
Estos mismos procesos en Europa y Latinoamérica han estado acompañados de una evolución significativa de la infraestructura aeroportuaria. Ciudades como Buenos Aires, México, Santiago de Chile, Bogotá o Madrid, han evolucionado para acoger y atender este creciente número de visitantes. No han optado por convertir también su infraestructura en una low cost.
¿Será que nuestras autoridades apuestan a convertir el Perú en un destino low cost? Grave error para la sostenibilidad del destino Perú y los cientos de miles de peruanos que viven de esta actividad. Lampadia