José Luis Gil
Perú21, 4 de julio del 2024
En el Perú, pese a los esfuerzos policiales (y políticas) contra el Tren de Aragua, estas se centran básicamente en el desarrollo de operativos policiales en los lugares de mayor incidencia.
Hasta la fecha los diversos crímenes del Tren de Aragua no revelan con claridad si se trata de una organización criminal “con vida propia”, o que responde a alguna “cúpula” dirigencial o recibe “directivas” del socialista Nicolás Maduro. Lo más objetivo que tenemos es una migración espantosa desde Venezuela, un cúmulo de crímenes sin resolver, algunas coincidencias y una gran incertidumbre de las fuerzas de seguridad.
La revista InsigthCrime (14 de abril) publica: “¿El Tren de Aragua está ‘invadiendo’ Estados Unidos?”. Y dice: “Los pocos crímenes atribuidos a presuntos miembros del Tren de Aragua en Estados Unidos no parecen tener relación con el grupo en su conjunto ni con su liderazgo en Venezuela. Y ninguna de las más de doce agencias policiales nacionales, estatales y locales contactadas por InSight Crime ha reportado una presencia significativa del Tren de Aragua”. Esto revela que el fenómeno es peligrosamente incipiente en EE.UU. y grave en Sudamérica.
En el Perú, pese a los esfuerzos policiales (y políticas) contra el Tren de Aragua, estas se centran básicamente en el desarrollo de operativos policiales en los lugares de mayor incidencia, o, como se dice coloquialmente “donde saquen la cabeza”. Al ser una estrategia eminentemente reactiva, resulta siendo insuficiente porque los criminales, en algunos casos, cometen el crimen, fugan hacia otro país, o en último caso, vuelven a entrar por las fronteras con absoluta impunidad.
Entonces, no se trata de “incapacidad” de las fuerzas de seguridad para combatir el fenómeno, sino, falta de estrategia para entender que este no es un fenómeno formal que se activa o desactiva al ritmo de las capturas.
Queda como alternativa analizar el fenómeno como el resultado de una “subcultura criminal” más que como “organización criminal”. Si bien es cierto que el “Tren” se incubó en las cárceles de Venezuela, en Tocorón como dice Ronna Rizquez en su libro El Tren de Aragua, también lo es el hecho que han llegado hasta el nivel en el que, en muchos lugares en Venezuela, los “pramas” (así llamados los criminales), hacen “justicia popular”, intervienen en el “sistema administrativo del Estado” casi transformándose en un pseudopartido político de izquierda haciendo “democracia directa”, “justicia directa”.
Es preocupante la falta de análisis de mayor profundidad del Estado peruano y de la Policía Nacional que solo cumple un papel reactivo, a la luz de lo que se puede observar en los medios de comunicación. Es necesario formar un equipo de análisis para acopiar la información, comparar los datos, entrelazarlos con otros países, para detectar de dónde provienen los criminales, y así tener un perfil más certero que ayude a que ese combate cuerpo a cuerpo de policías contra criminales nos lleve al verdadero final del fenómeno y no a ser solo un paliativo. Bienvenido el análisis. Sí se puede.