Entrevista a Jaime de Althaus
Expreso, 4 de junio del 2024
Aaron Salomón
Periodista señala que muchas de esas organizaciones subnacionales «están integradas por mafias para asaltar el presupuesto público».
El periodista Jaime de Althaus señala que muchas de esas organizaciones subnacionales “están integradas por mafias para asaltar el presupuesto público”.
El Jurado Nacional de Elecciones (JNE) ha emitido un comunicado rechazando el proyecto de reforma constitucional aprobado en primera votación, en el Congreso, que permite la reelección de alcaldes y gobernadores, y, a su vez, elimina los movimientos regionales. No entiendo esta queja por qué, a fin de cuentas, es el votante el beneficiado con esta limitación de la oferta con partidos sólidos.
Así es, efectivamente, uno de los grandes problemas de la estructura política del Perú es la debilidad de los partidos políticos. La descomposición del sistema de partidos, desde prácticamente, los 90, nunca se ha podido recomponer. Algo que colaboró a la debilidad y desaparición de los partidos políticos, como entidades capaces de atraer la voluntad popular, fue la multiplicación de movimientos locales y regionales, que depredaron a los partidos. Esto ocurrió de la mano con un proceso de descentralización que transfirió mucho dinero a las regiones y gobiernos locales: un 70% de la obra pública pasó a sus manos. Entonces, se formaron estos movimientos, que, en muchos casos, se organizaron simplemente para hacerse del botín presupuestal. En muchos casos, estos movimientos están integrados por mafias para asaltar el presupuesto público. Es importante, entonces, regresar a lo que teníamos antes: partidos políticos que canalicen la voluntad popular.
Mucho se cuestiona el caudillismo en los partidos, pero este también es uno de los principales problemas de los movimientos regionales.
El caciquismo y, sobre todo, el patrimonialismo, porque muchos de estos líderes locales lo que hacen es entrar ahí para poner a sus amigos, correligionarios y familiares, a quienes le dan beneficios ligados a la obra pública. Otro problema es que los gobiernos regionales no recaudan sus ingresos, sino que reciben transferencias de Lima; es decir, no hay una base de ciudadanos contribuyentes y fiscalizadores de la gestión de la autoridad. Entonces, los gobernadores se convierten en pequeños reyezuelos, que reciben plata del Gobierno central, y la usan para distribuir favores a sus allegados o para hacer clientelismo político.
Hemos visto que varios gobernadores han terminado presos: Aduviri, Álvarez, Santos, etc., que provienen de movimientos regionales.
Muchísimos. Hay una gran cantidad de gobernadores regionales presos y también alcaldes.
¿Y por qué el JNE ha salido con este argumento de que se está limitando el derecho a la participación política?
Es que el JNE está politizado, así como la justicia, y empieza a entrar a temas que no son de su competencia.
No le correspondería pronunciarse.
Es un tema que no es de su competencia. Usa, además, argumentos falaces, porque la voluntad popular, en cualquier democracia, se canaliza a través de los partidos políticos y la idea es fortalecerlos. Ya, en el pasado, se eliminaron, con esta consideración, a los movimientos locales, que eran distritales y provinciales, y faltaba eliminar a los movimientos regionales. Estas voluntades regionales deben organizarse a través de los partidos políticos.
Es sentido común, pero el JNE pide al Congreso, y lo voy a citar textualmente, que reconsidere su posición, “en aras de mantener un sistema político inclusivo, plural, representativo, que fortalezca la democracia y respete la voluntad popular y su diversidad”. Eso se hace a través de los partidos.
Tiene que realizarse a través de los partidos. La participación política se da a través de los partidos políticos.
El JNE tiene que impartir justicia; es decir, ser un árbitro. ¿Por qué un árbitro tendría que pronunciarse de determinada forma?
Además, desconoce el hecho de que el Perú está en un proceso de fragmentación creciente, que está destruyendo la unidad de la nación y la estabilidad futura. Y parte de esta fragmentación tiene que ver con la descentralización, que destruyó la capacidad del Estado de desarrollar buenos servicios públicos y obra pública, porque se fracturó la capacidad de gestión. Y, si, además de esto, introducimos una gran cantidad de movimientos regionales, aparte de los partidos políticos, no hay manera de recuperar un sentido ordenado.
Incentivar las alianzas
Actualmente, hay 87 movimientos regionales. Es una locura. Y hay como mil que están postulando a serlo. También hay demasiados partidos, son 28 inscritos, al momento.
La única manera de resolver este tema es incentivando las alianzas. Para eso hay que modificar algunas reglas electorales, por ejemplo, bajar la valla para las alianzas, pero ahora se pone un punto más por cada partido que se sume a la alianza. También debería ser posible que una alianza pudiera ser solamente para la plancha presidencial, pero que cada partido pudiera ir con su propia lista de candidatos al Congreso. Eso facilitaría que los partidos vayan en una alianza.