Charo Camprubí
Desde España
Para Lampadia
La ley de amnistía, que tantos quebraderos de cabeza a dado al Gobierno de Pedro Sánchez, ha sido por fin aprobada en el Congreso de los Diputados por 178 votos a favor y 172 en contra. Su recorrido no pudo ser más complejo ya que tardó meses en negociarse a tres bandas (PSOE por un lado y los partidos independentistas catalanes Junts y ERC por otro) para, finalmente, ser tumbada en enero por Junts, el partido de Puigdemont. Puigdemont consideró entonces que la ley no lo protegía lo suficiente.
El PP hizo de todo lo que pudo por torpedearla. Primero movilizó a su brazo judicial (el ala conservadora de la judicatura) que desempolvó viejos expedientes para abrir causas contra Puigdemont por terrorismo y alta traición y después intentó conseguir el apoyo de la Unión Europea para liquidarla, pero en esto último, le salió el tiro por la culata.
La Comisión de Venecia (órgano consultivo del Consejo de Europa) vino a España a estudiar los aspectos técnico-jurídicos de la ley y la avaló. Hizo sugerencias que fueron incorporadas al nuevo texto y aclaró que 52 países europeos habían recurrido a la amnistía para zanjar problemas políticos graves, aunque 12 no tenían la amnistía en su Constitución. Este espaldarazo de la Comisión de Venecia ha permitido al ministro de Justicia afirmar que la ley es: “plenamente europea y plenamente Constitucional”.
La ley de amnistía tiene una particularidad: en materia de terrorismo y de alta traición deja fuera al derecho penal español (por ser más laxo). En su lugar incorpora la definición de terrorismo del derecho europeo y la definición de alta traición de un instrumento adoptado por las Naciones Unidas. Ambas definiciones, al ser más restrictivas, restan margen de maniobra a los jueces españoles que tengan que aplicar la ley.
Por ejemplo, no podrán ser amnistiados aquellos que sean acusados de terrorismo tal como lo define el derecho europeo y este establece que tienen que vulnerarse de manera grave los derechos humanos.
Después de la batalla contra los indultos, la batalla contra la amnistía es la segunda batalla que pierde el PP y con ello la posibilidad de tumbar al gobierno, ya que la aprobación de esta ley por Junts, teóricamente consolida la legislatura, aunque Junts es un partido imprevisible del que nadie se puede fiar. Se pensaba que Junts votaría los presupuestos de 2024 pero como va a haber un adelanto electoral en Cataluña, se prorrogarán los actuales.
Muchos consideran que una vez que Junts se incorpore plenamente a la política española (si se decide a no boicotearla, cosa que está por verse) podría convertirse en un aliado parlamentario del PP pues ambos partidos son conservadores y colaboraron en el pasado, cuando Junts se llamaba CIU y no se proclamaba independentista sino nacionalista.
Pero para que esto pueda suceder no solo se tiene que normalizarse la relación entre el PP y Junts, sino que también debe que desaparecer Vox, es decir, tiene que convertirse en una fuerza política marginal, porque es inimaginable que Junts y Vox apoyen a un mismo gobierno. El PP tendría que elegir entre el uno o el otro y eso dependería de la matemática parlamentaria.
Está claro que la política del PP pasa por absorber a Vox, razón por la que copia su retórica. Eso explica que Feijóo haya hablado incluso de ilegalizar a partidos independentistas. Ahora son aliados, pero Vox está amenazado de muerte. La cuestión no solo es si el PP conseguirá absorberlo, sino cuando. En todo caso, Vox ya está dando síntomas de desgaste. Está a la baja, aunque en política siempre puede haber sorpresas.
El tema de la amnistía figura en el N.º 37 de la preocupación de los españoles lo cual no significa que estén de acuerdo con ella. Suscita rechazo incluso dentro del PSOE. El gobierno espera que la sociedad española la vaya asimilando poco a poco, como lo hizo con los indultos. Estos últimos no le pasaron factura al PSOE ya que, en las últimas elecciones, consiguió un millón de votos más que en las precedentes.
Con esta ley sobre la amnistía se cierra una etapa política en la que se vivieron acontecimientos gravísimos que dividieron a España de Cataluña y a los catalanes entre sí. Pedro Sánchez considera que la ley de amnistía es un perdón en aras de la “reconciliación y la convivencia” en España. Mientras que para Feijóo la amnistía “no es una reconciliación sino una sumisión”. Como el PP tiene mayoría absoluta en el Senado tratará de retrasar su adopción el mayor tiempo posible pero, tarde o temprano, la ley de amnistía verá la luz.