Por: Ismael Benavides
Expreso, 16 de febrero del 2024
En economía los problemas se sienten con rezagos y también se acumulan. El nuevo Ministro de Economía recibe los efectos acumulados del Gobierno Humala con los pesos muertos de Petroperú y sus otros elefantes blancos, el pésimo manejo de la pandemia de Vizcarra, de Sagasti que paralizó la inversión en el agro, Castillo que degradó la economía y la impericia del Gobierno Boluarte que culminó la constante caída del PBI con una recesión después de más de 20 años.
José Arista recibe un enfermo en mal estado, pero no terminal, en lo negativo recibe una economía recesada con una caída del PBI de 0.5% y perspectivas de crecer apenas 2.4% en el 2024. Los consumidores golpeados por la inflación, y el empleo cayendo en sectores como el agro y la construcción, y la pobreza bordeando 30%. La inversión privada cayendo 10%, con expectativas negativas de los agentes económicos, y la inversión pública estancada. Un déficit fiscal excesivo de 2.8% del PBI que se debe llevar a 2% este año y una recaudación tributaria en caída con un gasto corriente inflado. También recibe el ahorro nacional mermado con los absurdos retiros de las AFP que han llevado el ahorro de pensiones de 22% del PBI a 11%, sacrificando las jubilaciones y limitando la capacidad de endeudamiento del Gobierno y las empresas para inversión, y por último el gran presente griego, Petroperú.
En lo positivo el ministro recibe una economía con inflación en bajada que beneficia a los consumidores, y tasas de interés cayendo que ayudarán a reactivar la economía. Tenemos un superávit comercial de $17,000 millones y reservas en el BCR de $74,000 millones, y aún mantenemos el “grado de inversión”, activo importante para acceder a los mercados internacionales de capitales de inversión y deuda, y tenemos un sistema financiero sólido.
También tenemos proyectos mineros y de infraestructura importantes para relanzar la inversión y el crecimiento, y un sector agrario de prestigio internacional con potencial de seguir creciendo con un nuevo marco legal, y en ciernes un Hub portuario y aeroportuario Callao-Chancay de enorme potencial.
¿Qué hacer para romper la inercia de la caída del crecimiento de la economía desde el 2011? No es fácil y no depende solo del MEF, sino del Gobierno en su conjunto, que den las señales correctas a los agentes económicos y un Congreso que no caiga en populismos irresponsables. ¿Sera mucho pedir?, frente al 2026 tenemos una gran responsabilidad.
La confianza elemento esencial para la inversión y el crecimiento no es fácil de recuperar y para ello el estado debe liderar, lanzando proyectos mineros y de infraestructura importantes y de la mano con Proinversión lanzar concesiones y asociaciones público-privadas en carreteras, energías renovables, plantas de agua y tratamiento de aguas servidas para reutilizar en el campo.
Finalmente, la inversión pública directa debe tomar el liderazgo para volver a crecer. En los últimos años ha crecido muy poco, apenas 2% en el 2023. Como comparación en el Gobierno de Alan García, la inversión pública en el quinquenio 2006-2010 creció a un promedio de 33% anual y el PBI creció a 7% anual acompañado por la inversión privada.
Hoy con mecanismos de obras por impuestos y manejo austero del gasto corriente presupuestal y dedicando más recursos a la inversión pública podemos retomar el crecimiento del Perú a tasas mayores al magro 2.4% con que parecemos contentarnos. Está en manos del ministro Arista a quien recibimos con expectativas positivas, hacerlo realidad.