Por: Iván Arenas
Perú21, 2 de febrero del 2024
“Si los partidos políticos son la correa de transmisión de las demandas y necesidades del ciudadano de a pie, ¿cómo dejarlos a un lado en el enfoque de una mejor gobernanza?”.
Días atrás, desde el Ceplan se organizó lo que se denomina el “XXV Foro del Futuro: Minería sostenible en el Perú” con el objetivo —según sus organizadores— de dialogar sobre las “acciones y las recomendaciones estratégicas que se necesitan para consolidar una minería responsable con el ambiente y la sociedad”. Hasta allí todo muy bien.
No obstante, en la lista de problemas con respecto a la gobernanza enmarcada en consolidar la minería moderna que propone el Ceplan no están los partidos políticos. Dicho en otro sentido, no está la debilidad de los partidos políticos.
Si entendemos la gobernanza como un enfoque de normas, procedimientos y decisiones, los partidos políticos son fundamentales para organizar y desarrollar los planes y programas de desarrollo de una determina área geográfica (territorio).
Si los partidos políticos son la correa de transmisión de las demandas y necesidades del ciudadano de a pie, ¿cómo dejarlos a un lado en el enfoque de una mejor gobernanza?
Sabido es que en el Perú se adolece de partidos políticos suficientemente fuertes y estructurados a nivel nacional. Los partidos políticos realmente existentes en la escena nacional, y más en las regiones, adolecen (casi todos ellos) de cuadros técnicos y políticos que sean capaces de liderar una buena gobernanza hacia el bendito desarrollo, amén de ideologías a favor de la propiedad, la libre empresa y la inversión privada.
En muchas de las zonas donde se han construido proyectos o hay operaciones mineras, en la práctica los partidos políticos no existen, y muchas de las autoridades políticas elegidas desarrollan un “rentismo minero” al punto que cargan sobre la minería moderna todo el peso de las funciones y competencias del Estado. Las empresas mineras no podrán nunca sustituir al Estado a pesar de la enorme contribución directa que se hace.
De allí entonces que para una buena gobernanza se debe entender que los partidos políticos son necesarios y son más urgentes aún aquellos que tienen una ideología comprometida con la defensa de la libertad, la propiedad y la inversión privada.
Si hoy en la práctica existen problemas de gobernanza —sobre todo en las zonas mineras donde existen ingentes recursos y presupuesto y, sin embargo, no se cierran brechas históricas que repetimos— es porque hay una enorme debilidad en los partidos políticos. Repetimos, la gobernanza es un asunto político, pero también técnico, donde el liderazgo de los partidos es fundamental para consolidar, a través de planes y proyectos, el desarrollo de un determinado territorio.
La foto no está completa si hablamos de gobernanza sin partidos políticos fuertes y estructurados. Tarea difícil, pero que es necesario decirlo.