Jaime Spak
Para Lampadia
Hace un tiempo atrás, hubo una interesante campaña patrocinada por el estado cuyo título era: “A la policía se le respeta”.
Creo que si hacemos una encuesta un gran porcentaje indicara lo contrario.
No voy a negar que en toda institución existen excelentes elementos, pero en el caso de la policía, cada vez que se descubre un acto de corrupción de algún miembro, esto salpica a todos. Y son muy frecuentes.
He tenido oportunidad de ver como en países limítrofes como Colombia y Chile, la policía goza de un gran prestigio.
¿Cuándo se perdió ese prestigio en el Perú?
¿O nunca existió?
En mi juventud, el policía era un símbolo de respeto e integridad.
Hoy en día, uno ve un operativo policial y trata de huir de él, pues el fin que buscan, no es descubrir gente que esta pasada de copas o requisitoriados.
El fin es descubrir una flagrancia para poder pedirle algo a cambio para no continuar con el rigor de la sanción.
En el tema de las revisiones técnicas, la multa es enorme y la coima igual.
Hace más de 40 años fui testigo en la ciudad de México, de una acción de la policía local en la cual se colocaban en ambos lados de un cruce de los menos 100 metros en una plaza pública y si te tocaba amarillo y rojo en medio del cruce había policías listos para detenerte y cobrar la coima respectiva.
En ese país la coima o mordida estaba institucionalizada.
En el primer gobierno de Alan García, existían aun las tres fuerzas policiales: Guardia Civil, Guardia Republicana y Policía de investigaciones, más conocida como la PIP.
Al momento al unir las tres fuerzas policiales en una sola, empezaron los problemas internos.
En el último gobierno de Castillo los relevos policiales se sucedían con tanta frecuencia, que se tuvo que dictaminar una ley que al comandante general de la policía no se le podía relevar al menos luego de dos años de gestión.
Lo sucedido la semana pasada con la salida abrupta del general Angulo bajo el pretexto de falla en seguridad de la presidenta Boluarte, que tercamente decidió ir a Ayacucho a congraciarse con la población cuando aún las heridas de lo ocurrido hace un año siguen abiertas, esta seguridad es de la guardia de palacio.
Una mujer, viuda de uno de los protestantes de aquellos nefastos episodios, aprovecho que la presidenta estaba arrojando caramelos a la población, generando un tumulto, se acercó, la zarandeo y otra mujer le jalo del cabello.
Imagínense si esta mujer con la rabia contenida hubiera portado un arma y atentado contra la vida de la presidenta, otra hubiera sido la situación.
Ella debe recordar que no tiene vicepresidentes y cualquier acción en contra de su vida, volvería a generar un caos político.
No quiero ni imaginarme a Soto, actual mediocre presidente del congreso, siendo proclamado presidente.
Ella debe de tener más control en sus actos presenciales.
Pretender ir ahora en febrero a la fiesta de la candelaria en Puno seria motivo para pasar otro momento bochornoso.
Señora Boluarte no vaya a Puno.
Pero a la policía ya no se le respeta, pues casos como lo denunciado por el ex ministro del interior Basombrío, son fiel reflejo de la triste realidad.
- Narco detenido en una comisaría, que logra que la droga la reemplacen por otro producto y luego de un pago queda libre. Para ello debe de indicar sus proveedores, que pasaron por el mismo proceso.
El muchacho que dio el soplo apareció muerto días después.
- En Puno una campesina es denunciada por robar un celular, la policía llega a su humilde casa, delante de sus pequeños hijos y ella embarazada la llevan a rastras y la arrojan a la fuerza a la maletera del carro.
Se comprueba que es inocente, pero ella sufre un aborto.
- Un policía en actividad es identificado por las cámaras de seguridad de una joyería de Magdalena, como participe del robo.
- Los policías del resguardo del hijo de la presidenta son víctimas de robo de sus armas de fuego y sus celulares pues estaban durmiendo, mientras cumplían su labor.
- Los policías no pueden o no quieren detener a Cerrón.
Son solo algunas perlas de lo que está sucediendo hoy en día.
Lo sucedido con la injusta separación del comandante general de la policía ha generado la renuncia de un viceministro del Interior.
La renuncia o salida del ministro del Interior es inminente.
En el Perú requerimos de cambios inmediatos en muchos estamentos de la administración pública.
Sin embargo, lo más urgente es una reingeniería total en el ministerio del Interior.
Es un sector muy desprestigiado, con policías que ingresan después de solo seis meses de preparación y una gran cantidad de ellos son infiltrados por las mafias.
Para cambiar las cosas es imprescindible declarar en emergencia ese ministerio, para que al policía se le respete. Lampadia