Jaime Spak
Para Lampadia
“La Política es el arte de ocultar las verdaderas intenciones”
En varios de los artículos que he escrito, uso frecuentemente la palabra decencia, refiriéndome al prerrequisito de aquel que quiere ingresar a la política.
Eso debe ser innegociable.
Cuando hablo de la decencia me refiero a lo siguiente:
- Un candidato es decente, si ingresa a la política a no robar.
- Un candidato es indecente, cuando ingresa sin estar preparado para la función a la que está postulando.
- Un candidato elegido es decente, cuando contrata asesores de calidad y no les mocha el sueldo.
- Un candidato es decente, si es elegido para el más importante cargo de la nación, y elige ministros capaces y conocedores de cada tema.
- Un candidato es decente, cuando cumple lo ofrecido.
- Un candidato es decente, cuando pone a disposición de la opinión pública su CV y si tiene algún antecedente legal pues que se abstenga de participar.
Obviamente en el Perú eso no existe, pues a lo largo de los años hemos visto casos de nepotismo, compadrazgo, amiguismo y todo lo que termina en “ismo”.
En el Perú, el político común es el que miente a la gente.
Hay excepciones, pero son mínimas.
Tenemos que convertir lo mínimo en máximo, así podemos sacar adelante a nuestro maravilloso y rico país.
La política se convirtió en la forma más civilizada de guerra.
Siendo los seres humanos mezquinos, utilizan el arte de la política para engañar a los ciudadanos, de tal manera que se mantienen en puestos públicos privilegiados, para poder tener más poder.
No soy ingenuo, cuando indico que la más importante cualidad que debe tener un político es la honestidad.
Pero la política esta tan devaluada en el Perú, que solo ingresan a ella, gente incompetente.
Los platos rotos los pagamos los sufridos peruanos.
Un buen presidente, no es el que hace todo, sino que logra que su grupo de colaboradores trabajen de manera armoniosa para el bien general.
Estamos cansados, cada vez que hay elecciones, de elegir a gente que tiene deudas con la sociedad, y en algunos casos hasta prontuariados.
Ser político es como ser padre.
Cuando nacen nuestros hijos, no siempre sabemos cómo actuar en las diferentes etapas de la vida de ellos.
No hay una universidad que nos enseñe a ser padres.
En el caso de los políticos, si debería de haber una universidad que pueda tener una facultad de manejo de la cosa pública y de política.
Castillo, en su entrevista a CNN, le dijo al entrevistador: “estoy aprendiendo a gobernar “.
Esa frase puede ser muy honesta, pero es totalmente indecente. ¿Cómo es posible que una persona se lance a la presidencia de la República sin estar preparado y, a pesar de ello, confesarlos ante millones de telespectadores?
Para que nuestro país pueda ser rescatado de la incertidumbre y de los malos gobiernos, es urgente que los candidatos tengan un amplio conocimiento de la cosa pública.
Nadie puede entrar a aprender, tienen que entra a gobernar.
Si yo no sé algo, pues lo lógico es acudir a gente que sabe más que yo y que pueda ayudarme a tener éxito en mi gestión.
Uno que ingresa a la política tiene miedo que se ventilen sus situaciones personales.
No olvidemos de un brillante político ingles en la segunda guerra mundial, que, a pesar de tener problemas de alcoholismo y misoginia, fue un brillante líder.
O de un político americano que se vio envuelto en un escándalo sexual en el salón oval, por su debilidad con las mujeres, pero que en política fue un gran líder.
Pero también hay políticos fiel reflejo del arte del engaño, como en Venezuela, Nicaragua y Cuba.
Estos países se han convertido en verdaderas dictaduras, con líderes no solo vulgares como Maduro, sino cínicos y retrógrados como Ortega en Nicaragua y el delfín de los hermanos Castro en Cuba.
Sin duda no hay nada más cruel en la política, que las operaciones psicológicas que tienen por objeto influir en el pensamiento colectivo para manipularlos y volverse cada vez más poderoso.
Una frase como “plata como cancha” no es ningún mérito.
Es una vergüenza que un político mediocre del Perú lo use para influenciar a sus correligionarios.
No vaya a ser que nos demos con la sorpresa, que algún día una investigación ponga en duda los orígenes de ese dinero.
No sigamos utilizando el termino, “miente, miente que algo queda”.
No trato de ser el mensajero del purismo, lo que deseo que los peruanos tomen conciencia que, si no elegimos gente proba y decente, este país no tendrá futuro.
No podemos seguir perdiendo miles de millones de soles al año por la indecencia de nuestros políticos.
Convirtamos la política en el arte de mostrar las verdaderas intenciones. Lampadia