Por: Paola del Carpio Ponce
Coordinadora de Investigación de REDES
Gestión, 18 de enero del 2024
Otros problemas que resaltan los limeños son la limpieza pública y la contaminación ambiental”.
Hoy Lima cumple 489 años de fundación y es una de las 36 megaciudades del mundo. Casi un tercio de la población y de la fuerza laboral se concentra en una sola ciudad. Esto implica un aporte importante de Lima a la economía del país (casi 45% del PBI) y un rol protagónico para la reactivación económica. Sin embargo, conlleva también una fuerte presión por mayores y mejores servicios públicos, así como a una serie de retos que no vienen siendo adecuadamente atendidos.
La pandemia fue muy dura para todos los peruanos y su efecto empobrecedor se ha sentido particularmente en zonas urbanas, que concentran cada vez más pobreza desde hace varios años. En Lima Metropolitana y el Callao, la pobreza monetaria pasó de 14.2% en el 2019 a 27.5% en el 2020. La cifra fue prácticamente la misma en el 2022 (27.3%). El aumento de la pobreza en Lima y Callao ha sido sustancialmente superior al resto de regiones del país, solo superada por Huánuco.
El total de personas en condición de pobreza en Lima es mayor a la suma del total de pobres en todas las zonas rurales del país y a la suma del total de pobres en las ocho regiones con mayor pobreza en el Perú. Esto se condice con el incremento de la prevalencia de anemia en menores de 3 años, de 4 puntos porcentuales: casi el doble del aumento a nivel nacional. Lamentablemente, las consecuencias de este problema sobre el desarrollo de los niños pueden ser irreversibles. Los retos sociales son sustanciales y no contamos con una estrategia específica para hacer frente a la pobreza urbana ni vemos autoridades con suficiente sentido de urgencia y voluntad de trabajar articuladamente para superarla.
Respecto a la percepción de los limeños sobre la ciudad, una reciente encuesta publicada por Lima Cómo Vamos muestra, una vez más, que el problema más importante para los limeños es la inseguridad ciudadana. En efecto, el total de limeños que fueron víctimas de algún hecho delictivo pasó de 26% en el 2022 a 34% en el primer semestre del 2023. Aunque los municipios no tienen grandes competencias en esta materia, sí tienen funciones y presupuesto asignado para orden interno. Como malos ejecutores destacan las municipalidades de Carabayllo y Miraflores, que no llegaron a usar ni el 60% de lo que tenían para este fin.
Otros problemas que resaltan los limeños y que han aumentado en importancia son la limpieza pública o acumulación de basura y la contaminación ambiental. El manejo de residuos sólidos sí es competencia importante de los gobiernos locales y, de hecho, en 31 de las 43 municipalidades distritales de Lima se ha usado más del 90% del presupuesto asignado en el 2023. A pesar de ello, en particular en Lima Norte y Lima Sur, la insatisfacción ciudadana con el tema es importante. Esto indica que no se están usando adecuadamente los recursos o que estos resultan insuficientes para la tarea.
La calidad del transporte público es otro reto protagónico para los limeños. En un reciente informe de REDES, recabamos evidencia del impacto del transporte público formal sobre el bienestar ciudadano. Reduce los tiempos y costos de viaje, incrementa el acceso a oportunidades laborales nuevas, la posibilidad de acceder a empleos formales y a mayores oportunidades educativas, la seguridad vial, y reduce la contaminación. A pesar de la clara necesidad de un sistema de transporte público formal, integrado y de calidad, solo 11 de los 43 distritos limeños acceden al Metropolitano; 9, a la Línea 1 del metro; y 17, a los corredores complementarios.
Un megaproyecto trascendental para mejorar el transporte y la calidad de vida de los limeños es la Línea 2 del metro. Sin embargo, a pesar del ya lento avance de esta obra –sobre todo por la incapacidad del Estado para habilitar terrenos–, la Municipalidad Metropolitana de Lima generó nuevas trabas pretendiendo impedir la construcción de la estación central, contradiciendo normativa nacional para luego usar la aprobación de la construcción de la estación –con cambios aparentemente sustanciales que no se han conversado con el concesionario– como carta de cambio para la aprobación de vías rápidas metropolitanas, que nada tienen que ver con la Línea 2, por parte del MTC y de la ATU sin planos ni diseño vial disponibles. Esto deja mucho que desear respecto de la capacidad rectora del Gobierno y de la institucionalidad detrás del transporte público. Evidencia, además, el desdén por la planificación urbana. ¿Así se quiere generar confianza para la inversión privada? Difícil.
Los retos en una ciudad tan grande y poblacionalmente densa como Lima son enormes, pero no son nuevos. A pesar de ello, vemos malos ejecutores, limitada capacidad de planificación y articulación, y debilidades institucionales importantes. Nuestra ciudad merece más.
Las opiniones vertidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor.