Por: Uri Landman
Para Lampadia
En estos tiempos que está de moda fundar e inscribir un partido político con miras a las elecciones presidenciales del año 2026, he decidido hacer lo propio. El partido político que voy a registrar se llama Unión Republicana Indígena o U.R.I.
Uno de los requisitos que antes existía para inscribir un partido en el Registro de Organizaciones Políticas (ROP) era presentar planillones con cientos de miles de firmas. Sabemos que muchas de estas firmas eran falsas, tal y como quedó demostrado con la fábrica de firmas de Perú Posible de Toledo. Hoy los requisitos son diferentes. Salas Arenas, presidente del JNE, emitió la Resolución 032-2023 del JNE, donde se estableció que solamente se necesitan poco más de 25,000 firmas para poder inscribir un partido. ¿Saben cuál ha sido una de las consecuencias de esta nueva norma?
A la fecha hay veinticinco partidos inscritos en el ROP y nueve más en proceso de inscripción. Esto no es una casualidad y tampoco demuestra la buena fe del JNE de abrir los “mecanismos democráticos” para la ciudadanía. Todo lo contrario.
Si analizamos de manera profunda lo que hay detrás de esta disminución de la valla para la inscripción de un partido y la proliferación de los mismos, veremos el plan de los caviares, de atomizar la intención de voto, con miras a las elecciones generales del 2026. Mientras más partidos políticos participen en las elecciones, los caviares apuestan a que algún partido poco conocido (como pasó con Perú Libre) llegue a la segunda vuelta. Una vez asegurado el pase a la segunda vuelta, los caviares le podrían prometer el apoyo de toda la maquinaria electoral, judicial y mediática que ellos controlan, a cambio de futuros puestos políticos, consultorías o acercamiento a su línea ideológica.
Por otro lado, mientras más partidos políticos participen, la derecha tendrá mucho más difícil aglutinar los votos de la oposición para pasar a una segunda vuelta y eventualmente ganar las elecciones.
En la lista del ROP, encontramos partidos ya conocidos como Acción Popular, Alianza por el Progreso, Avanza País, Fuerza Popular, APRA, Somos Perú, Perú Libre, Renovación Popular entre otros; pero también encontramos un nuevo partido que se llama Alianza Nacional de Trabajadores, Agricultores, Universitarios, Reservistas y Obreros, en corto: A.N.T.A.U.R.O.
El partido A.N.T.A.U.R.O., que según el JNE nada tiene que ver con Antauro Humala, obtuvo su inscripción en el ROP en diciembre del año pasado, superando todas las tachas impuestas en su contra.
La habilitación del partido político del asesino de policías, Antauro Humala, es otra jugada de los caviares con miras a las elecciones del 2026. Según el análisis que han hecho, existe una mediana posibilidad que pase a la segunda vuelta un partido radical como el de Antauro, que ofrece pena de muerte para los corruptos y un “Plan Antauro” contra la inseguridad ciudadana al mismo estilo Bukele. El otro partido político que podría pasar a segunda vuelta, sería alguno de los partidos caviares que están en proceso de inscripción en el JNE. Ante esta posibilidad, ellos apostarían por dar su apoyo a este segundo partido a cambio de un lugar en la mesa del poder.
Como segunda posibilidad que se podría dar, es que llegue a la segunda vuelta el partido de Antauro y Fuerza Popular. Ante este escenario, los caviares sin lugar a dudas respaldarían a Antauro, en el entendido que podrían llegar a negociar con él su apoyo a cambio de ciertos sectores importantes para los caviares como Cultura, Educación, Medio Ambiente entre otros.
Cualquiera de los dos escenarios anteriores, sería nefasto para el bienestar de nuestro país.
Mientras todo ello ocurre, la clase política esta distraída con la telenovela de la lucha de poderes en el Ministerio Público, entre los caviares y la suspendida Fiscal de la Nación, Patricia Benavides. Por su parte, el Congreso de la República, lejos de poner orden en casa y destituir a los miembros de la Junta Nacional de Justicia, están más preocupados por cobrar sus bonos y negociar bajo la mesa sus prebendas.
Es muy cierto lo que dice Milei cuando afirma que no se puede cambiar el gobierno si se eligen a los mismos políticos de siempre. En nuestro país es peor todavía, ya que tenemos una casta de burócratas, que nunca han sido elegidos por el pueblo, que, sin embargo, se acomodan con el poder de turno, para seguir atornillados a sus puestos y privilegios, y son los que verdaderamente tienen el poder.
Nuestra primera promesa en U.R.I. de salir elegidos, es eliminar a todos estos parásitos del Estado de una vez por todas.
Recordemos la frase atribuida a Paulo Coelho: “Cuando un político de izquierda dice que acabará con la pobreza, se refiere a la suya”. Lampadia