Por: Ismael Benavides
Expreso, 8 de diciembre del 2023
El Gobierno aprobó un presupuesto para el 2024 de soles S/ 240,806 millones, un 12% más en términos nominales que el 2023. Mientras tanto la economía decrece y a septiembre el PBI había caído -0.6% para el año, y con perspectivas de caer aún más en el último trimestre. Las proyecciones para el próximo año son mediocres estimándose un crecimiento del PBI de 2.3%, que difícilmente se cumplirá si no hay una reactivación de la inversión y el consumo privado, afectando aún más las finanzas públicas.
A todo esto, el 2023 arrastra un déficit fiscal importante que a septiembre sumaba alrededor del 3.4% del PBI, el mayor en muchos años y el monto de la deuda pública ya supera el 32% del PBI. Hace 10 años era 19%.
Ante esta situación de las finanzas públicas cabe preguntarse, ¿es sano para la economía peruana tener un gasto público que crece tan aceleradamente y que ha llevado a tener un cada vez mayor peso sobre la economía?, y de un Estado ineficiente y poco productivo que es 3 veces menos eficiente que el gasto privado, ¿y tener que endeudarnos más para financiar los cada vez mayores déficits? La respuesta es evidentemente que no, pues no solo hay un mayor riesgo de desequilibrar las finanzas públicas, si no corremos el riesgo de sobre endeudar al país y que eventualmente perjudique la efectividad del gasto público en actividades básicas como salud, educación y seguridad. Hoy la carga de la deuda pública supera el presupuesto de educación. Para mayor abundamiento esto puede afectar el riesgo país y nuestro rating crediticio y multiplicar exponencialmente el costo de servir la deuda pública.
No es sano para un país en desarrollo crecer tan rápidamente en gasto público, más aún cuando financia gasto corriente no reproductivo, hoy gestionado en gran parte por gobernadores regionales, cual reyezuelos trafican con puestos y contrataciones o abandonan decenas de obras a nivel nacional.
En los últimos 10 años el gasto público ha crecido 122% mientras en ese mismo período la economía solo ha crecido alrededor de 36%, es decir la velocidad del aumento del gasto público más triplica el crecimiento de la economía entre el 2013 y el 2023. Un estudio publicado por Comex demuestra que el gasto público per cápita de los peruanos creció de S/ 3,528 a S/ 6,248, un 77% de aumento. Cabe preguntarnos si ¿tenemos mejor calidad en el gasto de educación, salud y seguridad?, o solo tenemos más burocracia, más trámites, más inflación y más pobreza.
Debemos mirarnos en el espejo de Argentina donde el gasto público representa el 45% del PBI y ha llevado al país a un 42% de pobreza, 140% de inflación y los sectores productivos prácticamente destruidos. En el Perú en el 2011 el gasto público significó 19% del PBI, y en el quinquenio 2006-2011 la pobreza había caído de 55 a 27% y con tendencia a seguir cayendo. En el 2022 cerró en 22% del PBI y este año probablemente llegue a 24% y la pobreza suba a 30%, lo cual demuestra que no hay una correlación entre mayor gasto público y reducción de pobreza, sino todo lo contrario.
El gobierno debe entender que las teorías de izquierda de inflar el gasto público indefinidamente, tirándole dinero a los problemas, no va a reactivar la economía, va a ser más bien la inversión privada que le dará el impulso necesario y es por ello que se debe mirar el impacto negativo a largo plazo de aumentar el peso del gasto público sobre la economía y endeudar más al país.
Llama la atención de otra parte que prestigiosos analistas económicos no levanten el tema y se concentren en el corto plazo y los gremios empresariales tampoco hagan lo propio, pues el aumento desmedido del gasto público eventualmente impactará sus propias actividades económicas limitando su crecimiento, o una posible alza de impuestos para financiar los continuos déficits. Lamentablemente le es más fácil a nuestro empresariado pensar en lo inmediato que en el largo plazo.