Por: Ismael Benavides
Expreso, 20 de octubre del 2023
Según el periodista y autor Andrés Oppenheimer los presidentes más incompetentes de la región, Maduro de Venezuela, Fernández de Argentina y López Obrador de México, tratan de disimular sus fracasos económicos aseverando que sus ciudadanos son más felices a pesar de que no tienen crecimiento económico y más bien lo que realmente tienen es pobreza e inflación. Me hace recordar a un presidente peruano Ollanta Humala, que decía que debíamos “incluir antes que crecer” y se dedicó 5 años a hacer caer el crecimiento del país que recibió en 7.6% anual en el 2011 y lo entregó en 1.6% anual en el 2016, ¡vaya genialidad de gestión!
El Reporte Mundial de Felicidad de Las Naciones Unidas, que se publica cada año desde hace 10 años mide 6 factores para la felicidad: producto bruto interno per cápita y su crecimiento, apoyo social del Estado o de su entorno personal, vida sana y expectativa de vida, libertad en todos sus aspectos desde expresión hasta libertades económicas y personales, generosidad con la sociedad y el entorno, y percepción de corrupción o confianza en el estado.
Según el informe de felicidad medido al 2022, los países más felices del mundo son Finlandia, Dinamarca e Islandia, 3 países nórdicos con altos ingresos per cápita, poca pobreza, sólidas instituciones y poca corrupción y violencia. En la región los más felices son Costa Rica, Uruguay Y Chile, que comparten altos PBI per cápita regionales, democracias libres, y estados que funcionan con instituciones sólidas y relativamente menos corrupción y violencia. Los más infelices son Venezuela, Ecuador, Bolivia, Perú, y por supuesto Argentina con 135% de inflación. Si revisamos los PBI per cápita de los más felices encontramos que están en la parte alta de la tabla regional, Costa Rica con US$13,199 y menos de 30% de pobreza, Uruguay con $20,795 y tan solo 11.6% de pobreza, y Chile con $15,356 y 10.8% de pobreza, mientras los menos felices, Venezuela tiene $3,459 y cerca de 80% de pobreza, Bolivia $3,523 y 40% de pobreza, Ecuador $6,391 y 33% de pobreza, el Perú $7,126 y 30% de pobreza y por supuesto Argentina $.13,686 y 42% de pobreza. Estos estados menos felices y más pobres tienen economías paralizadas sin crecimiento, estados disfuncionales, e instituciones débiles y violencia y corrupción extendidas. En general nuestra región no se caracteriza por ser la más feliz y está en la parte media inferior del cuadro de la felicidad mundial, es decir, ni Maduro ni Fernández ni AMLO tienen razón de que sus países son los más felices, es más bien pura demagogia ante sus fracasos.
Lo que refleja el índice de la felicidad en América Latina es que somos sociedades que han sufrido una izquierdización permanente desde hace varias décadas, acompañadas de corrupción, violencia e intervencionismo estatal que solo ha empobrecido a los países, debilitado las instituciones y degradado la capacidad de gestión del Estado. La extraña fascinación de la izquierda con el pasado nos ha hecho menos creativos, mirando siempre al espejo, menos competitivos y más regulados por el estado, mientras las sociedades del sureste asiático que compiten con nosotros miran al futuro con pragmatismo, productividad, y más libertades. Como dice el economista Carlos Adrianzén en una reciente entrevista, nos hemos convertido en sociedades menos libres en la región, pues la izquierda intervencionista basa su teoría explícita o ”in pectore” que somos alienados porque no pensamos como ellos y si somos alienados debemos tener menos libertades y ser oprimidos, en otras palabras dirigidos por una elite intelectual que sabe más que nosotros y pretende regular nuestras vidas. Lo que necesitamos para progresar son más libertades como muy bien lo articula Milei.