Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Lampadia
Después de la demolición a la economía peruana por parte de la izquierda delictiva liderada por Castillo, pero descarrilada desde Humala, amodorrada por PPK y petardeada por Vizcarra y Sagasti, el pueblo peruano ha quedado ciego, sordo, aturdido y hasta diría atontado. Ya no somos capaces de ver lo evidente y ni siquiera de percibir las envidias que nuestro país genera entre nuestros vecinos.
En primer lugar, no hemos hecho nuestra tarea.
El gobierno, los gremios, las empresas, los maestros y los medios de comunicación; todos se han dedicado a la comidilla cotidiana, mientras se levantan frente a nuestros ojos unas posibilidades increíbles de desarrollo económico que, con un poquito de liderazgo, podría lograr el florecimiento de nuestro país.
Algo que está al alcance de nuestra mano, “low hanging fruit”, pero nadie se mueve, a pesar que nos lo gritan desde Chile y nos lo muestran en las redes. Imposible no enterarse.
La prensa y los políticos chilenos son nuestros mejores publicistas, por si hiciera falta una campaña de comunicación para despertar al Perú y los peruanos. Si uno se toma unos minutos en las redes sociales encuentra la siguiente información:
- La lentitud para retomar los flujos de turismo internacional y alcanzar al menos los 4.4 millones de visitantes extranjeros prepandemia, estando sólo al 50% o 60% de ese volumen. No está bien que, teniendo capacidad instalada disponible en cantidad y calidad de oferta turística, no la estemos aprovechando al máximo. Tampoco hay razón para que mantengamos limitaciones de aforo a Machupicchu. Claro, mientras tengamos anti peruanos que no piensan en nuestro país, sino en sus mezquinos intereses políticos, y sigan generando conflictos políticos con el argumento de reclamos sociales y ambientales, sufrirá nuestra población. Ahí tenemos un potente motor de la economía, apagado y frío.
- El mundo se queda estupefacto de ver el vigor con que se ha desarrollado nuestra agroexportación. Los chilenos, también en las redes, dan cuenta de la forma como el Perú ha ampliado en pocos años, con tecnología, innovación y manejo adecuado del agua, su extensión agrícola, triplicándola. Cómo, en menos de diez años, hemos sido capaces de multiplicar nuestra producción de arándanos, uvas de mesa, espárragos y paltas de máxima calidad, habiéndolos desplazado en el ranking de los principales productores mundiales. Nos hacen ver que, mientras México y los Países Bajos, siendo los dos primeros productores de palta, crecen sólo al 12% y 10% por año respectivamente, el Perú, que ocupa el tercer lugar, ha venido creciendo al 48% por año. Ven con sana envidia la estrategia peruana de expansión de mercados al Asia, Australia y otros países con los que tenemos acuerdos comerciales, mirando un mercado de agroexportación global. Los empresarios peruanos han sido capaces de capitalizar las fortalezas antes mencionadas, agregando a ellas el aprovechamiento de las ventajas climáticas, las que permiten optimizar la productividad de las tierras y el aprovechamiento de variedades genéticas, con uso de tecnología e innovación. Este es un motor de nuestra economía al que debemos restituir la ley de fomento a la agroexportación y así dar un mayor impulso.
- Por si fuera poco, la prensa y los políticos chilenos, ven con preocupación el avance de la construcción del megapuerto de Chancay, a sólo 80 km al norte del Callao, el que inició construcción el año 2011, con una inversión de US$3,000 millones y que se convertirá en el primer Hub logístico de Latinoamérica, capaz de recibir buques de 18,000 TEU (contenedores de 20 pies). Importante resaltar, que los puertos de Valparaíso, San Antonio e Iquique, en Chile, máximo reciben buques de 6,000 TEU y que los puertos de Ecuador tienen la misma limitación. En consecuencia, el comercio internacional de gran volumen se concentrará en el centro logístico de Chancay, Perú, dejando a los otros puertos antes mencionados, un rol menor de cabotaje para servir a Chancay donde se hará la consolidación y distribución de carga, lo que impactará de forma importante el comercio internacional chileno y ecuatoriano, encareciendo sus productos, mientras la producción peruana se hará más competitiva, por menores costos. Este motor de la economía estará encendido el año 2024 y debemos aprovecharlo al máximo.
- Demás está insistir en la imperiosa necesidad de poner en valor todo nuestro portafolio de proyectos mineros. Para eso, debemos eliminar a los parásitos que se empeñaron, desde el inicio del gobierno de Humala, en empedrar el camino para el desarrollo de estos proyectos. Hay quienes jamás han producido nada, ni creado valor en su vida, pero que, después de ser burócratas nacionales e internacionales, siguen hablando del artículo de A. García, “el perro del hortelano”, tratando de estigmatizar a los empresarios y pretendiendo hacer una autodefensa de su propia incapacidad y mezquindad. Lo grave es que esta gente, ataca al sector extractivo de contaminar, a sabiendas que no es cierto. Los reto a hacer una escala de menos a más en: emisiones de gases de efecto invernadero por sector industrial y actividad humana, de igual forma para disposición de residuos sólidos contaminantes, otro tanto por vertimiento de aguas contaminadas. No se atreverán jamás, porque saben que están mintiendo. Sin embargo, no se atreven tampoco a actuar en contra de la minería ilegal, la tala ilegal, ni qué decir del tráfico de drogas, trata de personas y tráfico de terrenos. Tenemos que reactivar nuestra industria minera, pues es imposible pensar en un cambio de la matriz energética, sin un genuino impulso de la minería. Aquí tenemos un tremendo motor de la economía, que ahora está en neutro y que se apagará si no lo dejamos desarrollarse.
Cualquier economista lúcido sabe que, con estos motores y un gobierno con algún liderazgo y mediana capacidad de gestión, el Perú tendría que estar creciendo al 4% por año y, si nos esmeramos, podríamos estar al 6% o 7% de crecimiento, pues los problemas de los demás, perfectamente se pueden convertir en nuestras oportunidades.
Pero se confirma que, “no hay peor ciego que el que no quiere ver”. Lampadia