Por Nelson Torres
Consultor
Para Lampadia
La sorprendente victoria de Milei en las PASO argentinas ha alborotado a la izquierda iberoamericana. Se presumía que alcanzaría una votación importante, pero no que sería el candidato más votado. Las posibilidades ahora son múltiples. Si bien, una victoria final tiene una probabilidad baja de ocurrencia, es posible que lo logre, más aún en una eventual segunda vuelta con Massa, el candidato del peronismo kirchnerista. En una segunda vuelta con Bullrich, su escenario sería más complicado, pero la victoria de la derecha igual le dolerá al rojerío.
Tras las noticias más o menos serias, empezaron las reacciones desde las izquierdas. La primera que vi fue el pantallazo de un programa de tv argentino, que estaba debatiendo el tema “a Milei le gustan los perros, como a Hitler”. Me pareció jocoso y me dio algo de risa. Pero no le presté mayor atención. Luego leí al inefable rey del cash, actual presidente de México decir “… Aquí es importante recordar que, entre otras cosas, Hitler se levanta, se consolida como dirigente como Milei…”. Para no ir muy lejos, nuestro Yehude Simons, dijo respecto a la votación de Milei “el fascismo avanza. Las focas aplauden”.
¿Milei en un fascista? No, no lo es. Pero asociar al fascismo con cualquier posición distinta al totalitarismo de izquierdas, es una de las herramientas de lucha de los rojos actuales. Hay muchos otros comentarios de líderes de izquierdas locales y regionales, en el mismo sentido, en contra de Milei y su “fascismo”. Hay que reconocer que el Grupo de Puebla funciona y funciona bien; probablemente con liquidez adicional tras la asunción de Lula.
En primer lugar, por alguna razón que no comprendo, las izquierdas han asociado el totalitarismo con el fascismo. Que lo fue. El fascismo fue una propuesta totalitaria. Pero el comunismo es más de lo mismo. El totalitarismo de Stalin o Mao, o el más próximo de los Castro no fue muy distinto del totalitarismo de Hitler o Mussolini. Sin embargo, pareciera que un totalitarismo es malo y el otro bueno. Cualquier comunista estándar (no los progres modernos) es en esencia un totalitarista, como cualquier fascista clásico.
Milei no es totalitarista, es libertario. Exactamente lo opuesto.
De hecho, catalogar a cualquier opositor, aunque sea libertario, de ser “fascista” es totalitarismo.
Y si se quiere criticar a Milei de fascista, no deberían olvidar los zurdos que, en su momento, muchos opositores a Perón lo calificaron también de “fascista”. Pero ese si es un tema de largo debate.
He tenido la oportunidad de visitar Argentina con una cierta frecuencia los dos últimos años. Es un país maravilloso. La riqueza de su arquitectura muestra lo que fue y puede volver a ser. Si la economía es decadente y su sociedad vive enmarañada en las ideas “progresistas” es por el peronismo, actualmente en su peor versión, el kirchnerismo. Que un país tan estructuralmente rico tenga cerca de 40% de pobres y una inflación desbordante es consecuencia del populismo de izquierdas, basado en una economía clientelista de regalo sin límites, que consume los recursos públicos, endeuda al país, genera una base clientelista que sólo aspira a extender la mano. Finalmente, como consecuencia de una gestión inepta y corrupta, el país se desborda en un ciclo inflacionario que parece no tener fin.
Milei propone el trabajo, el propio esfuerzo, como el motor del desarrollo. El kirchnerismo solo busca asegurar su supervivencia política con “planes sociales” clientelistas. Milei no propone eliminar la asistencia social, busca limitarla a quienes realmente lo necesiten; no a millones de argentinos en edad de trabajar o emprender, que prefieren “jugar la play, ver tv e ir de piqueteros” sin más que extender la mano para recibir el plan social.
Si pensar distinto a la dictadura progresista me hace fascista, pues lo soy. No comparto buena parte de las ideas de Milei, pero no creo sea fascista, sólo representa al argentino emprendedor que cree que el trabajo es el motor del desarrollo, no el clientelismo. Representa al argentino que se aburrió del saqueo del arca pública desde el kirchnerismo, que en esencia es lo mismo que la dupla Lula – Odebrecht o el gobierno de AMLO, con mega obras hechas por los militares, o el despilfarro de Chávez.