Jaime de Althaus
Para Lampadia
Un triunfo de Milei en Argentina podría instalar una nueva era en América Latina, un nuevo paradigma. Sus políticas tendrían un impacto sísmico en el sistema. Su propuesta radical dinamita no solo el statu quo, sino el peronismo (socialismo) cultural. Su campaña se mueve al nivel de la batalla cultural. Ataca los mitos y conceptos más arraigados de la cultura política y social de los argentinos. Dispara no solo contra el intervencionismo estatal, sino contra el consenso básico de un Estado supuestamente protector y redistribuidor.
Vapulea el concepto mismo de justicia social y de redistribución, que, denuncia, se convirtió en el argumento de la “casta de los políticos” para agrandar el Estado y empobrecer Argentina.
Desde el año 70 hasta ahora -señala- al mismo tiempo que el Estado se triplicó, el número de pobres se multiplicó por 6. “¿Sabes quiénes fueron los únicos que progresaron acá? Los políticos. Son los únicos que progresaron con este verso de la justicia social y la redistribución de ingresos. La verdadera redistribución del ingreso fue desde los que laburamos a los parásitos de los políticos”, fustigó.
Es un populista liberal. Divide al país entre la casta de los políticos, que han empobrecido a todos, y los que trabajan. Y él encabeza la revolución de los que trabajan contra los “parásitos”, contra los que viven de lo que producen los demás. Tiene expresiones excesivas, pero quizá útiles para romper los mitos. El problema es que precisamente muchos argentinos, a pesar de empobrecerse, viven en mayor o menor medida del Estado, y no quieren perder lo poco que reciben. El establishment tiene adeptos y adictos.
Por eso, aunque lo más probable es que quede primero o segundo en las elecciones generales del 22 de octubre, es claro que no tiene el triunfo asegurado en la segunda vuelta del 19 de noviembre. El peronismo le va a meter miedo a la población usando algunas de sus propuestas más radicales, que pueden ofrecer un flanco políticamente aprovechable. Probablemente hará creer que ya no habrá educación gratuita, por ejemplo, y asustará con que muchos empleados públicos serán despedidos: la hecatombe social.
Pero Milei tendrá a su favor que la situación económica argentina se va a agravar aún más en los próximos meses.
El ministro de Economía, que es a la vez el candidato del peronismo, Sergio Massa, aguantó hasta que pasara la primera vuelta la devaluación de 18% que le pedía el FMI para desembolsar 7,500 millones de dólares que eran el último tramo de un paquete de rescate de US$44 mil millones. Con ello el dólar en el mercado negro ha saltado a 705 pesos, el doble del tipo de cambio oficial que es de 361 pesos por dólar. Lo que significa que se necesitará una nueva devaluación seguramente antes de las elecciones, disparando aún más la inflación que podría llegar al 180% en octubre, una velocidad hiperinflacionaria, según el economista Vitelli del grupo Romano (Ver Semana Económica).
Es increíble que un país tan rico como Argentina pueda tener más de un 40% de pobres. Más increíble aun es que un país tan educado haya seguido votando durante décadas por el partido y las políticas que lo atrasaron cada vez más, sin entender que no puede tener un Estado que representa el 38% del PBI sin generar riqueza que lo sostenga.
Argentina es el ejemplo perfecto de cómo políticas intervencionistas y estatistas pudieron hundir al que alguna vez fue el país más rico del mundo. Lo asombroso es, repetimos, la adicción de una parte importante de los ciudadanos al partido político responsable del retroceso sostenido. Veremos si Milei puede romper el encantamiento y recuperar el espíritu liberal de autosuperación y trabajo en un país que se volvió la fiel a la máxima de Frederic Bastiat: “El Estado es la gran ficción a través de la cual todo el mundo trata de vivir a costa de todos los demás”. Lampadia