Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia
Al Perú le hace mucha falta formar y tener un importante equipo de estadistas, en lugar de la cantidad de gente advenediza que ahora está en política. Lamentablemente, en las últimas décadas no hemos tenido gente capaz, que se haya comportado como estadista y las consecuencias las estamos sufriendo hasta hoy. Ciertamente, si no corregimos, la tendencia negativa que viene sufriendo nuestro país y nuestra población, seguirá profundizándose irremediablemente.
Podemos recordar el comportamiento de Fuerza Popular, quienes contando con 73 congresistas y consecuentemente una super mayoría en el Congreso, fueron incapaces de poner al Perú y su desarrollo (de al menos una década), como su objetivo superior.
Era evidente que, en 2016, la ciudadanía respaldó al ciento por ciento las políticas económicas implantadas en el Perú durante el gobierno de Alberto Fujimori, y lo reconocía con orgullo y satisfacción, disfrutando de sus resultados. Pero a la vez, fue claro, que la izquierda y toda la progresía liderada por PPK, estuvo dispuesta a poner todos los obstáculos posibles a una victoria de Keiko, recurriendo incluso a “malas artes”. En ese momento, Keiko no tuvo la lectura fría de los hechos, no todos sus congresistas le fueron leales, le ganó el hígado y no actuó con la serenidad requerida.
En esas circunstancias y reconociendo el amargo sabor de una derrota bajo manipulación mediática, Keiko debió alzarse por sobre sus sentimientos, felicitar a PPK y ejecutar una negociación política, que le asegure al Perú una década de crecimiento y una mejora sustancial de bienestar a nuestros ciudadanos.
Un estadista debe tener visión, una mirada de largo plazo, conducir el arte de lo posible y defender su proyecto político y su doctrina sin ponerla en riesgo, y afianzarla en la mente y los corazones de la ciudadanía, especialmente la más joven.
Está claro que no lo hizo y prefirió asumir el rol opositor del “control político”. Podemos recordar que, por ese entonces, cada vez que el ejecutivo pedía facultades legislativas, las otorgaba sin ambages, pero siempre esperando los resultados de la legislación del ejecutivo, para hacer sentir su “mano controladora del poder”. Lo que correspondía era que, teniendo las mismas concepciones doctrinarias, establecieran una alianza de gobierno que nos asegure, al menos, una década de progreso bajo los lineamientos fijados por Alberto Fujimori. De haber actuado así, no hubiéramos estado sujetos a la incertidumbre política que propició tener seis presidentes en seis años y permitió la destrucción de nuestra economía y nuestras instituciones (con honrosas excepciones), al nivel que se han destruido.
Víctor Raúl Haya de la Torre y Luis Fernán Bedoya Reyes, los dos políticos más longevos del Perú, quienes enfrentaron situaciones tan adversas como las de Keiko, incluyendo golpes de Estado para evitar su triunfo, construyeron doctrina, desarrollaron planes y programas de gobierno, educaron juventudes y formaron cuadros leales hasta el día de su muerte, aunque jamás pudieron acceder al poder presidencial.
Ellos son dos claros ejemplos de estadistas, que nuestros jóvenes políticos deberían mirar para aprender de sus enseñanzas. Ambos, siempre pusieron los intereses del Perú por encima de sus legítimas expectativas electorales y políticas. Siempre estuvieron, ellos y sus seguidores, dispuestos a conversar y a buscar soluciones creativas en pro del bien nacional. La humilde sugerencia a Keiko Fujimori y sus partidarios, sería aprender de esos ejemplos. El objetivo es trascender para bien del Perú y no necesariamente ser presidente.
Por ahora, han hecho bien en no pretender presidir el Congreso, eso no hubiera hecho más que ponerlos en la “línea de mira” para responsabilizarlos, fácilmente, de cualquier vicio atribuible a los congresistas, aquellos cuyos vicios y defectos saltan a la vista, sin importar la bancada a la que pertenezcan. Esto, por no mencionar la insoportable convivencia con “los niños” y las diferentes bancadas creadas por la izquierda, cosa que debería quedar proscrita de inmediato, pero que no se ve que lo quieran trabajar y corregir.
Por otro lado, el Perú está sufriendo una crisis múltiple: política, de salud, educativa, de crecimiento económico, de falta de inversión privada y de valores. Para enfrentar todos estos problemas, será necesario el concurso de su mejor gente y, sin ninguna duda, la convergencia y diálogo entre las principales fuerzas políticas. Este esfuerzo demandará, que los líderes de las agrupaciones políticas que lleguen al congreso estén presentes en el hemiciclo y sean fuente directa de opinión y debate. Hace falta igualmente, una clara depuración del personal que llegue al congreso y evitar, que un número tan alto de delincuentes llegue al mismo, pues ha quedado demostrado durante estos últimos años, que ese es el peor daño que le podemos hacer a nuestra patria y a nuestros ciudadanos.
Preocupa ver, que fuerzas políticas democráticas y republicanas, estén compitiendo en planteamientos populistas con las diversas bancadas de izquierda. Preocupa también, ver que no estén haciendo docencia política, con la decencia que la Nación requiere, para corregir los vicios que, hoy por hoy, son igualmente atribuibles al ejecutivo, al congreso, al poder judicial y al ministerio público, de manera transversal, donde la prensa no se salva (veamos no más su comportamiento ético en la segunda vuelta electoral del 2017).
Si queremos un país próspero y atractivo, allanemos la cancha de juego y eliminemos los obstáculos. Si tenemos que combatir la informalidad laboral, no pongamos vallas tan altas para incorporar trabajadores a la fuerza laboral. Si debemos fomentar el turismo, apacigüemos a la población, aseguremos acceso a servicios básicos para una vida digna, segura y saludable. Eliminemos la pérdida de S/ 25 mil millones al año por corrupción, lo que pasaría por quedarnos en el Estado sólo con la gente necesaria, capaz y honesta.
Los gobernantes, los congresistas y los líderes de partidos serios deben ocuparse de que legislemos para todos los peruanos, no sólo para menos del 20% de los trabajadores formales. Estamos provocando la esclavitud de más del 80% de peruanos, por no flexibilizar la legislación laboral. Pongamos filtros y depuremos el acceso a la política, a todo nivel. Debemos impulsar la calidad educativa (y hoy están haciendo lo contrario), mejorar los sistemas de transporte en favor del ciudadano (y estamos regresando a la informalidad del transporte). Si no allanamos la cancha, no tiene sentido convocar a más inversionistas o pretender que podremos competir con países OCDE. Si nuestra cancha de fútbol está llena de obstáculos, montículos y hoyos, ningún equipo va a querer “jugar” en el Perú.
Debemos facilitar el funcionamiento del mercado, mejorar competitividad y reafirmar nuestra democracia. Para eso, no hace falta ser presidente, lo importante es un líder cuyo partido construya equipos con doctrina. No corresponde proponer cualquier medida populista, como incorporación de maestros sin evaluación, oponerse a la bicameralidad por “figuretismo” u oponerse a la reelección de congresistas sabiendo de su importancia para el futuro del país.
Actuar y pensar como estadista, requiere de más humildad y amor a la patria, no en función de la próxima elección. Lampadia