GERMÁN SERKOVIC GONZÁLEZ
Abogado
Para Lampadia
Entre los muchos lemas que con menor o mayor originalidad -varios eran meras adaptaciones de los que usaron los violentistas en Chile contra Piñera- aparecieron en las calles para apoyar el régimen de Vizcarra, viene a la memoria el de “Se metieron con la generación equivocada”.
Vale la pena retomar la frase, dado que hoy a la luz de las circunstancias que hemos vivido en los últimos años, cobra actualidad, pero evidentemente de un modo que con toda seguridad no gusta a sus creadores.
Efectivamente, eran la generación equivocada; se equivocaron al apoyar a Vizcarra, erraron al oponerse a Merino, que era legalmente el sucesor constitucional del vacado sinvergüenza, obraron con gran desacierto al aplaudir a Sagasti e incurrieron en un grueso yerro al votar por Castillo. Desatino tras desatino.
Hasta ahí los hechos, pero es menester interrogarse sobre la razón de tales desaciertos. Sin duda estamos ante un problema en buena parte educativo y también de influencia de los medios y de los llamados “líderes”. Esa explicación que han esbozado algunos orientada a decir que las protestas a favor del vacunado en secreto y hoy inhabilitado, respondían a una suerte de estallido social como consecuencia de meses de encierro, en realidad no se sostiene y tiene el tufo de una excusa mal planteada.
Punto central es la educación, un tema en el que pese a que se han invertido ingentes cantidades de dinero y que sigue sin dar resultados positivos. Desde Castillo, la meritocracia ha venido siendo dejada de lado, bueno, no es de sorprender, el propio Castillo era profesor de primaria y a todas luces tiene serios impedimentos para hilvanar una frase de unas cuantas palabras con cierto sentido. ¿Cuántos más hay en la misma situación dentro del magisterio? ¿Están en capacidad de enseñar a nuestros niños? Ante ese panorama, el alumno no adquiere el indispensable pensamiento crítico, que no es otra cosa que, antes de dejarse llevar por lo que dicen, cuestionarse sobre el tema. Y el alumno luego se convierte en elector.
Se agrava la situación con la afiliación política del sindicato magisterial, el Sutep vinculado al partido comunista Patria Roja -y hay que agradecer que la inscripción del violentista Fenatep fue cancelada- que ha dado señales preocupantes de que no necesariamente educa, sino que adoctrina. El tema es en extremo complejo.
Partido aparte jugaron los medios, que acompañaron en buena medida los errores de la generación equivocada. No hicieron periodismo, que es su función primordial, hicieron activismo. Basta recordar las transmisiones ininterrumpidas señalando los lugares para protestar contra Merino, sin importar las consecuencias. Quizá no habría objeciones si el accionar de cierta prensa respondía a la toma de opción, a la sujeción a principios, al respeto a la legalidad. No fue así. Lamentablemente imperaron los criterios crematísticos y de simple y llano interés o, peor aún, de ocultamiento al socio corrupto.
Conviene, también, hacer mención de los autodenominados líderes de la generación equivocada, donde destaca un individuo fundador de un partido con nombre de color, hábil en las carreras cortas como se vio en un tristemente célebre video. Dicen que una generación se conoce por sus líderes. Penosamente, parece ser cierto.
Esa generación se equivocó, y varias veces. El Perú estuvo a punto de sucumbir como país y verse inmerso en el caos destructor.
Fue otra generación la que enmendó el curso, una generación que ya había vivido las consecuencias de los cantos de sirena de las izquierdas, que vivió la hiperinflación, sobrevivió a la barbarie terrorista, conoció de golpes de Estado, de recortes a las libertades y atentados contra la propiedad.
Fue la generación de “canosos y calvos” -con el inmenso apoyo de muchos jóvenes, hay que decirlo- que se opusieron a Castillo, los que tienen claro que el camino del socialismo es el rumbo de la pobreza y de la falta de oportunidades.
Sin embargo, no estamos para palabras triunfalistas, la situación es difícil y es de tontos no verlo. Está en el campo de los líderes realmente democráticos tomar conocimiento de las cosas, dejar de lado egos tremendos, buscar puntos de coincidencia, renunciar a candidaturas expectantes -si es necesario- en aras a una confluencia. Si eso no se construye en un plazo relativamente corto, se abre el camino a nuevas equivocaciones…y se repetiría la misma trágica historia. Lampadia