Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia
Una y otra vez, la humanidad sigue un camino que contradice a los ‘doomsayers’, que se la pasan prediciendo desastres.
En 1968, cuando ingresé a la UNI, un centenar de científicos, economistas, expolíticos e industriales de 52 países formaron el Club de Roma que postulaba que: “Si el actual incremento de la población mundial, la industrialización, la contaminación, la producción de alimentos y la explotación de los recursos naturales se mantiene sin variación, alcanzará los límites absolutos de crecimiento en la Tierra durante los próximos 100 años”.
En 1972 publicaron su ‘manifiesto’: The Limits to Growth, y en 1976, sus propuestas de acción en RIO, Reshaping the International Order (reformando el orden internacional).
Estos pronósticos se basaban en técnicas econométricas y de simulación como ‘System Dynamics’ de Jay Forrester, y al final sustentaban visiones maltusianas de interrupciones del desarrollo y agotamiento de recursos.
Yo leí todo aquello y recuerdo que el Club de Roma pronosticaba que para el siglo XXI ya se habrían agotado el petróleo y el cobre entre otros materiales, que la población crecería sin límites y que la escasez de alimentos se agravaría exponencialmente.
La realidad nos mostró lo contrario, primero la revolución verde aumentó dramáticamente la oferta de alimentos; la reducción de la pobreza y el acceso de las mujeres a la fuerza laboral redujeron drásticamente la tasa de natalidad, como explica The Economist, en la nota que compartimos líneas abajo; hoy día hay largamente más reservas de cobre y petróleo que en los años 70.
Pero esto no termina allí, los cambios tecnológicos generan discontinuidades profundas, que son muy difíciles de pronosticar.
Por ejemplo, con la reproducción celular, pronto tendremos un abastecimiento prácticamente ilimitado de carne, sin requerir más tierras o más agua y sin emisiones de metano.
En el caso del Perú y de nuestros vecinos, en el aspecto político, a diferencia de los países más desarrollados, padecemos de discontinuidades o de impredictibilidad general. No sabemos sumar, cada cierto tiempo pretendemos arrancar de nuevo y así, solo avanzamos para retroceder.
Por ello, en Lampadia insistimos permanentemente, en dos líneas de acción permanentes:
el fortalecimiento de nuestra economía de mercado y
el fomento de los valores democráticos.
Veamos la nota de The Economist que muestra cierta preocupación con la disminución de la natalidad, pero en mi opinión este es un proceso positivo que debe conducir a moderar las presiones sociales y a alargar la vida útil de la población adulta. Lampadia
El gran ‘baby bust’ mundial está en marcha
Las tasas de fertilidad están disminuyendo antes de lo esperado
The Economist
14 de junio de 2023
“Ay ¡qué primordial es el futuro para el presente, cuando uno está rodeado de niños!”, escribió Charles Darwin en 1852, reflexionando sobre su propia paternidad. Si viera las tasas de natalidad actuales, podría reconsiderarlo: no es la multitud de niños lo que le haría pensar en su chochez, sino la falta de ellos. En todo el mundo, las tasas de natalidad están disminuyendo más rápidamente de lo esperado. Eso preocupa a los jubilados y a los políticos.
En 2010, había 98 naciones y territorios con tasas de fertilidad por debajo de 2,1 (conocida como tasa de reemplazo) según las Naciones Unidas. En 2021, ese número había aumentado a 124, o más de la mitad de los países para los que había datos disponibles. Las 15 economías más grandes del mundo tienen tasas de fertilidad por debajo de la tasa de reemplazo.
A medida que la proporción de niños disminuye, la edad promedio aumenta, particularmente porque las personas mayores viven más (aunque el aumento de la longevidad se ha desacelerado en los últimos años: en Gran Bretaña, la esperanza de vida se está estancando y en Estados Unidos está disminuyendo). Algunas tendencias demográficas de larga data también están cambiando. Durante décadas, las mujeres educadas han tendido a tener menos hijos. Pero la fecundidad entre los menos educados ahora está cayendo. A nivel global, el vínculo entre los ingresos nacionales y las tasas de fertilidad también se ha debilitado. La tasa de fertilidad de la India, por ejemplo, cayó por debajo de 2,1 en 2020, a pesar de un producto interno bruto de menos de $3000 por persona.
Todo ello supone un gran reto económico. En partes del mundo donde las tasas de natalidad ya eran bajas, la escasez de empleados jóvenes, que se necesitan para subsidiar a los jubilados, se sentirá profundamente. En China, el número de trabajadores de entre 21 y 30 años ya ha disminuido de 232 millones en 2012 a 181 millones en 2021. Para mediados de la década de 2050, la ONU pronostica que habrá menos de 100 millones (ver gráfico). La política china de un solo hijo, y más tarde de dos hijos, ha contribuido a la disminución de trabajadores jóvenes en el país. La historia reciente ha demostrado que es mucho más difícil elevar los niveles de fertilidad que aplastarlos en primer lugar. Lampadia