Jaime Spak
Para Lampadia
En junio del 2021, escribí un artículo en Lampadia, que titulé “Bicentenario de la Corrupción”.
Curiosamente fue un mes antes que asumiera la presidencia Castillo.
Si ahora hacemos una encuesta en todo el país y le indicamos cual es el principal problema que afrontamos los peruanos, creo que una inmensa mayoría diría que es la corrupción.
No me consuela la idea que en todos lados se cuecen habas.
En aquella oportunidad señale que desde la época del presidente Echenique ya se habían visto escándalos de corrupción.
¿Me pregunto cómo se puede combatir la corrupción?
Antes de contestar esta interrogante hare un repaso de lo sucedido políticamente en los últimos 50 años en el Perú.
El gobierno militar de Velazco que derroco mediante un golpe a Belaunde, lleno el estado de empresas deficitarias y la mayoría del déficit era porque los ingresos no siempre iban a las arcas fiscales sino a bolsillos de corruptos.
En el segundo gobierno de Belaunde, que sin duda creo que fue el presidente más honesto que tuvimos, la mayoría de sus colaboradores se convirtieron en gente que lucraba con el estado.
En el primer gobierno de García, la corrupción se implanto como una forma de vida del aparato estatal.
En aquel entonces coimeaban hasta los que recibían los documentos en las entidades estatales.
El dólar MUC, el escándalo BCCI, los Mirage, la pretendida estatización de la banca, y la fortuna que acumuló García y le permitió vivir en Paris a todo lujo, la escandalosa fuga de terroristas del MRTA, son solo algunas perlas que nos dejó ese nefasto gobierno super corrupto.
Fujimori, con el escándalo de los Vladi videos, borró con una mano lo bueno que pudo haber hecho con la otra.
A pesar de ello hay gente que aún tiene sentimientos positivos sobre Fujimori, pues a pesar de haber vencido al terrorismo, lograr insertarnos en la economía mundial, la paz con Ecuador y el crecimiento económico, su apetito voraz por el poder, le impidió encontrar luego de 10 años en el poder, alguien que lo pueda reemplazar democráticamente y seguir una política liberal que mejoró la economía del país y de los peruanos.
Pensábamos que con Toledo la cosa iba a cambiar, los millones que recibió de Odebrecht y de tantas otras licitaciones, lo tienen listo para su regreso al país, vía la extradición y le esperan también largos años en la cárcel.
Ollanta Humala salió elegido con el lema de la Honestidad, pero fue uno más de la larga lista de corruptos.
Las agendas de su esposa, la muerte del trabajador del hogar que se apropió de las agendas y el dinero de Odebrecht no hace sino presagiar que este expresidente será un compañero de Castillo y Fujimori en el penal de la Diroes.
Con la elección de PPK, pensábamos que tendríamos un retorno al crecimiento y que teníamos un presidente de lujo.
Entre su obstinación de no sentarse a conversar con los fujimoristas y el pésimo comportamiento de la bancada mayoritaria de Fuerza Popular, para generar leyes que conduzcan a un crecimiento importante del país, nos llevó al caos que hasta ahora vivimos.
Vizcarra fue escandaloso, un lobo en piel de lagarto nos llevó a un pésimo manejo de la pandemia y a una corrupción generalizada.
Sagasti al menos intento corregir algo este entuerto, con una prolija campaña de vacunación que paro la absurda muerte de más de 200,000 peruanos, que con un mejor manejo de la crisis hubiéramos evitado tanta inútil muerte.
Pero el gobierno de Castillo se lleva todos los premios de la corrupción.
Resulta increíble que un modesto profesor de primaria que tuvo la fortuna de salir elegido, en lugar de trabajar con la mejor gente, utilizo a personas lumpen, familiares que robaron desde el primer momento y para poner la cereza de la torta, intentar un absurdo golpe de estado por televisión sin haber hecho ninguna planificación, como fue en todo momento en su efímero escandaloso gobierno.
Cincuenta años de corrupción no es poca cosa y seguimos contando…
Pero también es corrupción, lo que se vive en el fútbol, donde un presidente de la Federación, acusado por haber vendido entradas de cortesía en las eliminatorias, hace un acuerdo muy discutido de derechos de TV y deja a los peruanos sin disfrutar de su deporte favorito.
Y usted amigo que es detenido por algún policía que le busca la sinrazón y con un billete entre brevete y tarjeta de propiedad supera el problema.
O los que no respetan la cola, se pasan la luz roja, maltratan a gente humilde, manejan borrachos, acceden a los cupos de las mafias pues no confía en los policías corruptos.
Pero, aunque nos resulta difícil aceptarlo, en este hermoso país los corruptos son minoría, la mayoría incorruptible prefiere el anonimato.
Por ello si me remito a la pregunta ¿cómo se puede poner fin a la corrupción en el Perú?
Mi respuesta sería: “más fácil cruzar el Niágara en bicicleta que derrotar a la corrupción”. Lampadia