Jaime de Althaus
Para Lampadia
La revuelta que sufre el país tiene componentes identitarios y políticos que han sido ampliamente señalados, pero su magnitud es también directamente proporcional al crecimiento de las economías ilegales e informales que Castillo facilitó, asociadas de una u otra manera a las izquierdas radicales, particularmente al Fenate-Movadef.
Según Elmer Cuba, de Macroconsult, el 2012 la minería ilegal o informal de oro representaba casi un 30% del total de la minería aurífera. De modo que, si el 2021 exportamos por valor de 10 mil millones de dólares en oro, la minería no formal captó 3,000 millones. Pero ese porcentaje debe haber subido, porque con los buenos precios del oro la minería informal e ilegal ha crecido. Es un negocio muy grande, que en cierta medida llegó al poder con Castillo.
En efecto, fuentes bien informadas, vinculadas a una importante asociación de mineros, nos aseguran que para segunda vuelta electoral las plantas procesadoras de oro aportaron dinero para la campaña de Castillo.[1] Y son algunas de esas plantas las que aportan ahora a las movilizaciones, porque son ellas el eje de la minería informal e ilegal que tuvo luz verde durante los últimos 18 meses.
Las plantas procesadoras son las grandes impulsoras de la minería no formal. La financian y le compran. “Las plantas procesadoras financian las labores de mineros artesanales y hasta la pequeña minería, mediante el procedimiento del avío (provisión de recursos económicos para dotar de un capital inicial y sostenimiento de la producción) con el compromiso de venta futura del mineral extraído, es decir, una forma de enganche”[2].
No es la única vinculación con Castillo. Como se explica en el libro “La minería no formal en el Perú”,[3] en las regiones La Libertad, Cajamarca y Piura es intensa la oposición de las rondas campesinas a las empresas mineras formales.
“Una hipótesis a corroborar es que algunos ronderos o sus familias forman parte de la actividad minera informal”.[4] En Piura las rondas y los frentes de defensa conviven con la minería no formal y otras economías ilegales, como el narcotráfico. En Puno, “el narcotráfico, el contrabando, y la comercialización y producción de oro ilegal comparten los mismos escenarios complejos y, posiblemente, los mismos canales logísticos para traficar sus productos”.[5]
No es de extrañar que las regiones más virulentas y auto paralizadas contra la salida de Castillo sean Madre de Dios y Puno: son aquellas en las que la producción de oro informal o ilegal es mayor de lejos, como podemos ver en el siguiente cuadro del mismo libro arriba citado:
Con el incremento de los precios del oro y cobre en los últimos años, la minería no formal ha crecido mucho. Incluso hay comunidades campesinas que deciden convertirse en comunidades mineras y entran eventualmente en conflicto con la gran y mediana minería formal. Al final, el propio desarrollo de la inversión minera formal grande o mediana puede entrar en cuestión.
La insurrección en marcha es, entre otras cosas, una demostración del poder de las economías ilegales en el Perú. Entonces estamos ante un verdadero desafío nacional. El Estado tiene que ofrecer un plan de formalización realista y viable, distinto a lo que ha hecho en la última década que ha fracasado completamente.
Apenas hay algo más de 5 mil mineros formalizados. Esa solución debe comprender una simplificación de los requisitos ambientales y de todo tipo que se exigen e incentivos para que las concesiones formales firmen contratos de explotación con los artesanales junto a un plan de asistencia técnica efectivo, la reducción del tamaño de las concesiones, el retiro de la concesión a quien no la trabaja luego de cierto tiempo, y la reubicación de mineros informales en concesiones vencidas o aun no otorgadas.
El gobierno debería convocar a las organizaciones de mineros informales para hacerles un planteamiento y discutir con ellas las propuestas. Es urgente y al mismo tiempo de enorme importancia para el futuro del país. Lampadia
[1] Asociación Nacional de Plantas de Beneficio (ANPLABEN)
[2] LA MINERÍA NO FORMAL EN EL PERU, por RICARDO VALDÉS, CARLOS BASOMBRÍO Y DANTE VERA, Fundación Konrad Adenauer (KAS), 2019
[3] Op. Cit
[4] Idem
[5] Idem