Por: Alfonso Bustamante
Perú21, 21 de Diciembre del 2022
“Es también inaceptable la intervención de Estados extranjeros que promueven la violencia en nuestro país…”
El 07 de diciembre, el ahora reo Castillo, emborrachado de impunidad y con una monumental desconexión con la realidad, intentó dar un golpe de Estado que pretendía disolver los poderes Legislativo y Judicial, incluidos Fiscalía y Tribunal Constitucional. Es decir, concentrar en él todos los poderes del Estado.
Constatamos felizmente, que las instituciones del Perú funcionan, y fueron estas las que libraron al país de caer en las garras de una dictadura con poderes absolutos para robar a sus anchas y perpetuarse en el poder, con los mismos engaños que usaron tantos otros sátrapas comunistas adictos al dinero fácil y a la humillación permanente del ciudadano, como Castro y Chávez.
Las fuerzas armadas y policiales actuaron impecablemente ante la amenaza dictatorial, y continúan trabajando en restaurar el orden que grupos radicales de izquierda pretenden quebrantar, atentando violentamente contra el libre tránsito, la propiedad pública y privada, el derecho al trabajo y sobre todo contra la vida de los ciudadanos.
Actuó bien Dina en convocar al Consejo de Estado e imponer el Estado de Emergencia. Todos queremos la paz, y para ello debemos evitar el sometimiento a grupos criminales conformados por mineros ilegales, narcotraficantes y despojos del grupo terrorista Sendero Luminoso, quienes con engaños fomentan y financian la lucha fraterna entre peruanos. Este lumpen, es convocado por los abanderados antisistema: Bermejo, Betsy Chávez, Bellido y Cerrón, quienes deberán responder por los muertos de esta insurgencia.
Debemos promover el debate de ideas, pero ser implacables frente a la corrupción, la violencia y el crimen.
Es también inaceptable la intervención de Estados extranjeros que promueven la violencia en nuestro país, a través del foro de São Paulo y la inaceptable actuación del presidente mexicano López Obrador, pretendiendo obstruir la justicia peruana. Es reprochable que el cubano Díaz-Canel, Ortega de Nicaragua, Maduro de Venezuela, Arce de Bolivia, Petro de Colombia, Fernández de Argentina y el mismo López Obrador de México no reconozcan a la presidenta Boluarte como la sucesora democrática del corrupto golpista Castillo.
Castillo nunca quiso gobernar, se sentó en el sillón presidencial para usufructuar del Estado a través de sus allegados y de indeseables ministros, infiltrando en la administración pública personal dedicado a su propósito criminal. Hoy toca desarmar esa maquinaria del crimen y prepararnos para las próximas elecciones, pero ¿quién representa al centro en esta contienda?