“Hay que ser atrevida, la gente que no se atreve creo que no hace nada”
Entrevista a Patica Jenkins Gibson
Perú21, 20 de Octubre del 2022
Por: Mijail Palacios Yábar
Primero fue abogada, luego madre y ahora es artista, faceta donde exhibe sus creaciones con libertad, curiosidad y atrevimiento. Perú21 entrevistó a Patica Jenkins Gibson.
Lleva puesta la camisa de su padre. En las mangas tiene huellas de pintura. “Me he vestido de artista”, anuncia.
La abogada Patricia Jenkins Gibson ahora es artista. Patica exhibe su floreciente obra en Sin status, la muestra colectiva anual de la galería Villart, que reúne pintura, escultura, grabado y técnicas mixtas. Exposición que está en el Museo Amano, en la calle Retiro 160, Miraflores. Va de martes a domingo, de 10 a.m. a 5 p.m., hasta el 29 de octubre. Cita donde Jenkins le rinde homenaje al pintor indigenista José Sabogal. “Es un genio”, afirma.
Su abuelo, Carlos Gibson, fue abogado y llegó a ser vicepresidente del Perú en el primer gobierno de Prado. Pero no lo conoció. Falleció el año en que ella nació. De él conserva una pared de libros que datan de 1800 y que decoran su sala. “Bien simpático el señor, pero un geniazo, pero muy simpático”, me dice la arequipeña de 68 años, sobrina de la periodista Doris Gibson. Confieso que deduzco que también tiene un geniazo. “Tengo un geniazo de…”, dice y su risa, con algo de culpa, se impone.
-¿Por qué conservas la camisa de tu padre?
Porque me encanta. Me encanta que es manga larga; entonces puedo borrar así (hace el gesto con la muñeca) la pintura.
-¿Conservas varias camisas de él?
Sí, yo era muy pegada a mi papá. Un tipazo. Falleció hace como 13 años. Muy buena gente, gente normal, sin nada de tonterías ni huachaferías, con los pies en la tierra. En Arequipa vivimos una infancia linda.
-¿Pero tú eliges quedarte con las camisas?
Sí. Siempre le he ‘robado’ ropa a mi papá, desde cuando estaba en la universidad… Es que soy abogada, mira mi tesis…
Se levanta de su sitio, acelera el paso y busca entre libros. “Régimen legal vigente de las acciones comunes y laborales en el sector industrial”, lee el título inscrito en letras doradas sobre una tapa azul.
-Cuando tu padre falleció, ¿ya pintabas?
No. Casi no pintaba. Empecé a pintar hace unos 12 años. Un día fui a buscar a la mamá de una amiga de mi hija. Tenía que esperar una hora y, como verás, soy impaciente. Pedí prestado un lienzo y me puse a hacer flores. Hice una hortensia, que luego la compró un coleccionista mexicano. Fue mi primer cuadro.
-¿Y cómo nace ese gusto por pintar?
Nunca estudié pintura. Como abogada, he trabajado en el Ministerio de Economía y Finanzas, en el Comité de la Deuda Externa, con Belaunde. Entró García, y a los meses salí.
-¿Pero antes de ese episodio inicial con la hortensia no pintabas?
Nada. Yo no sé dibujar. Soy buena en el color. Viví en la misma playa donde vivía Szyszlo, y él me decía “coleguita”, y yo me derretía. Yo le llevaba mis cuadros a su casa. Me decía: “Qué mal dibujas, pero tu color es lindo. Haz color”.
-Y eres de figuras geométricas y líneas.
El rojo que hago no sale de un pomo, te pasas horas buscando y probando el color. Y de repente te queda un color divino. Y hago líneas porque con ellas me estructuro más.
-¿Estabas conforme con la vida de abogada?
Más me gusta la pintura (baja la voz, como revelando un secreto). Mira, lo que más me ha gustado en la vida es ser mamá de tres. Todo era un ensueño cuando mis hijos eran chicos. Y fui mamá bien vieja, y en esa época era la solterona. Mi primer hijo lo tuve a los 33 años y la última a los 42. Mi papá siempre me decía: “Tú no tienes que casarte con nadie; eres profesional y tienes tu plata”. Y, finalmente, me casé con Ricardo, que era dos veces divorciado. Chuta, presentarlo en Arequipa, donde son bien cucufatos (ríe). Pero a mis papás les cayó regio. Era abogada, nació mi primer hijo y dejé de trabajar. Y en la pintura empecé como hobby.
-El arte ha sido como una tercera vida.
Sí, sí. Mi pintura me permite colaborar un poco con algunas instituciones maravillosas, como Misión Huascarán, una obra espectacular en los Andes.
-Tu obra está etiquetada como arte concreto. Más allá de ello, ¿qué nos dice?
Las líneas estructuran pero a mí me dan libertad.
-La libertad nace del orden.
Si no lo tengo ordenado, siento que me falta algo. Es tener las piezas sobre la mesa, y de ahí lo que quieras. Pero no pretendo ser una gran pintora. Quiero que un cuadro mío dé un ratito de felicidad. Y ahora digo ‘me voy a atrever’, porque antes no me atrevía a tantas cosas.
–No siento que seas temerosa.
Cuando te vas haciendo mayor, te vas haciendo más segura. Me encanta conocer, la curiosidad es muy importante. Hay que ser atrevida. La gente que no se atreve, creo que no hace nada.
-Pintar es atreverte.
Sí, claro. ¡Enseñar tus cuadros! Es decir aquí estoy, esa soy yo.
Deja su asiento, agarra el celular, se sienta a mi lado y muestra fotografías de sus cuadros.
-El arte ha sido todo un descubrimiento para ti.
Me tiene fascinada. Y ahora veo diferentes las cosas.
-¿Cuando hoy te miras al espejo, a quién ves?
A la Patica. Bien, haciendo lo que puede, contenta y atrevida.
Se para y me dice “mira, mira” y camina como alejándose. Propone ir a su taller para conocer su obra. Las paredes blancas lucen varios de sus cuadros, como una galería personal. Desde el taller, en la terraza donde vive, se ve el mar, como un gran lienzo de la naturaleza, de la libertad.
AUTOFICHA:
– “Soy arequipeña total. Con idas y venidas, viví en Arequipa hasta los 25 años, cuando me vine a Lima y empecé a trabajar en leche Gloria. Tengo 68 años. Leo bastante sobre arte y siempre hay gente que te va ayudando sobre cómo formarte en el arte”.
– “Debo tener como 100 cuadros pintados. Estoy en Instagram como paticajg.art y tengo mi web www.paticajg.com. Hay varias ideas de salir fuera del Perú, vender los cuadros afuera, salir con una galería. En eso andamos, hay que ir buscando; piano, piano”.
– “Quiero estudiar un poco de arte, me encantaría. Quisiera aprender nuevas técnicas. Me encanta viajar, me he hecho Caminos del Inca, por caminatas de seis horas. Me encanta lo que hacen los artesanos. Pero me duele vivir en un país tan bonito, tan rico, tan espectacular y que haya tanto sufrimiento”.