Feudalización
Jaime de Althaus
Para Lampadia
Las elecciones del domingo pasado confirmaron la débil presencia de los partidos políticos en el territorio. No solo eso. Como podemos ver en el gráfico, luego de haber acortado la distancia con los movimientos regionales el 2018 gracias a la ley que eliminó la participación de movimientos provinciales y distritales, dejando solo a los propiamente regionales (departamentales), nuevamente se ensancha la diferencia y en esta ocasión solo el 36% de los alcaldes provinciales electos postularon por partidos políticos, y el 64% por movimientos regionales.
Es decir, la fragmentación política vuelve a incrementarse. Es la feudalización de la estructura política del país. Si a eso agregamos la existencia de -en algunos casos- 6 niveles de gobierno (comunidad, municipalidad de centro poblado, municipalidad distrital, municipalidad provincial, gobierno regional, gobierno nacional), tenemos una idea más clara del cuadro de disfuncionalidad e ingobernabilidad de nuestra estructuración política.
A esto agreguemos que los partidos políticos nacionales que han alcanzado cierta presencia en el interior son los menos ideológicos o programáticos.
El que más ha crecido ha sido Somos Perú que, como podemos ver en el cuadro siguiente, ha pasado de 9 alcaldes provinciales el 2018 a 27 en la actualidad.
Somos Perú aprovecha su logo poco contaminado para, en muchos casos, vender candidaturas. Mas que una tienda política es una tienda comercial.
Alianza para el Progreso tiene un carácter algo más orgánico, pero ha reducido en alguna medida su presencia.
Renovación Popular, el partido de Rafael López Aliaga, tiene muy poca incidencia fuera de Lima.
Acción Popular casi no existe no solo por el efecto Niños, sino porque presentó muchos menos candidatos que en la elección pasada debido a problemas internos. Como vemos en el siguiente cuadro, solo lo hizo en el 24% de las circunscripciones.
Y Fuerza Popular no alcanzó a ganar en ninguna provincia en parte también porque presentó también pocos candidatos, menos aún que Acción Popular: participó solo en el 11% de las municipalidades provinciales y distritales. Es decir, una mínima presencia. Fuerza Popular ha implosionado. La persecución judicial a Keiko Fujimori la ha debilitado al extremo.
Perú Libre, en cambio, si presentó candidatos en una cantidad mucho mayor de circunscripciones, pero sus resultados han sido muy pobres.
Ha colocado alcaldes en apenas 4 municipalidades provinciales.
En Junín, su cuna, no ganó ninguna municipalidad ni provincial ni distrital.
Ni siquiera en su distrito de nacimiento, Ahuac. Ni en su provincia, Chupaca.
Sí logró conquistar la municipalidad provincial de Cotabambas, donde está la operación minera Las Bambas, y en cinco de los seis distritos de esa provincia, lo que sin duda va a ser un problema para esa operación. Y logró poner al alcalde de Livitaca, en Chumbivilcas. Pero no triunfó en ninguna otra localidad del corredor minero.
La izquierda en general parece haber quedado muy disminuida. Los partidos de centro y derecha suman 67 alcaldes provinciales. Los de izquierda apenas 7. Lo que no tenemos es una clasificación de los movimientos regionales. Algunos, sin duda, son de izquierda, pero tenemos la impresión de que la mayoría han sido formados por empresarios locales u otros actores. Este análisis está por hacerse.
En general, es indispensable dictar leyes que permitan fortalecer los partidos políticos y su implantación en el territorio. Ello implicaría eliminar la participación electoral de movimientos regionales u obligar a que sean realmente regionales (tres o mas departamentos), o que participen dentro de los partidos políticos. Deberíamos aprovechar esta elección para iniciar un debate al respecto.
La descentralización en general debe ser revisada y reformada. Lampadia