Por: Andrés Balta
Perú21, 29 de Setiembre del 2022
“Entregarse a la nación es encarnarla, sentir y hacer sentir profundamente su servicio a la gran familia republicana a la que todos pertenecemos, durante toda su vida. Eso es ‘personificar a la nación’, señor presidente”.
La Constitución dice: “El presidente de la República es el jefe del Estado y personifica a la nación”. Cuando lo leo, dan botes en mi cabeza estas preguntas: ¿qué es personificar?, ¿cuándo se personifica a la nación? Una explicación legal concluiría que es representar a todos, pero es mucho más que eso. Es –además– encarnar, simbolizar e incorporar a todos, en tiempo presente, a todos nuestros muertos, en tiempo pasado y a todos los peruanos que nazcan o estén por nacer, a condición de que nazcan vivos, para todo lo que les favorezca. Todo eso es personificar a la nación.
Pero vamos a otra respuesta sobre “personificar a la nación” porque la esbozada podría no satisfacer. En efecto, el derecho es insuficiente para abarcar contenidos sentimentales. Así, con otra trayectoria, la prosa poética resuelve o reconcilia un asunto jurídico con sentimientos de almas de vivos, muertos y personas que están por nacer y –en ese afán– otorga satisfacción real, sumergiéndose en el fondo y encarnándose en el espíritu de una nación, especialmente cuando su declarante hizo caminar cada palabra dicha de su compromiso, durante décadas. He aquí aquellas palabras que se hicieron carne en la nación británica, que ella nunca olvidó y que fueron dichas en el voto que pronunció Isabel II en 1947 cuando anunció su compromiso:
“Declaro ante ustedes que mi vida entera, ya sea larga o corta, será dedicada a vuestro servicio y al servicio de nuestra gran familia imperial a la que todos pertenecemos”.
Entregarse a la nación es encarnarla, sentir y hacer sentir profundamente su servicio a la gran familia republicana a la que todos pertenecemos, durante toda su vida. Eso es “personificar a la nación”, señor presidente.