Por: Rafael Rey
Expreso, 12 de Setiembre del 2022
Con ocasión del escándalo público por la exigencia del inmoral presidente Pedro Castillo para que el personal policial que lo resguardaba le amarrara los zapatos, la Asociación de Oficiales Generales de la Policía de Investigaciones del Perú – ADOGENPIP emitió un comunicado de protesta en el que con toda razón rechazaba tanto la acción de Castillo como las falsedades que el gobernante de turno había esgrimido para intentar justificar su actitud.
El comunicado tenía cinco párrafos. Cuatro de ellos plenamente justificados. Sin embargo, uno de ellos, el cuarto, contenía un equivocado respaldo a la apertura del proceso administrativo disciplinario que el alto mando de la PNP habría dispuesto para “sancionar ejemplarmente a los agentes policiales por haber atentado contra los principios éticos y morales inculcados” en la PNP.
Absurdo. ¿Creen los señores oficiales que lo “digno” hubiese sido que los efectivos policiales se hicieran los distraídos o que se negaran y le dijeran al presidente algo así como: “lo siento, presidente, amarrarle los zapatos no es parte de mi trabajo”? No seamos ingenuos, ni injustos, ni valientes “desde la barrera”.
Los efectivos no tienen culpa alguna. Castillo es el único que actuó mal. ¡Con la actitud propia del patán que es! ¡Con la prepotencia del que se cree con derecho a exigir pleitesía o vasallaje! ¡Con el típico comportamiento del empleado público que no entiende que el que debe de servir es él y no los demás a él!
Los efectivos no tienen culpa alguna. Su actitud fue de servicio, y un servicio, por indebido, injusto y abusivo que sea por parte de quien lo solicita o exige, no puede merecer castigo. El solo hecho de que se les haya iniciado un proceso disciplinario sancionador es otro abuso.
¿Cuándo aprenderemos a distinguir a la víctima del victimario?