Rafael Venegas
Para Lampadia
Se afirma que las guerras solo se ganan cuando el enemigo es totalmente sometido o aniquilado. En cambio, las batallas ganadas son sólo temporales ya que marcan el fin del ciclo de un péndulo y el inicio de su retorno hacia el extremo opuesto. El tema es que, si no se ponen los frenos necesarios para detenerlo, el péndulo regresará indefectiblemente.
La caída del muro de Berlín marcó el fracaso del ciclo del comunismo a fines de los 80. El péndulo político había alcanzado su máxima extensión e iniciaba su proceso de retorno al extremo opuesto, que esta vez sería de corte económico. Sin embargo, sólo se había ganado la batalla, pero no la guerra.
Así, el péndulo inició su retorno aceleradamente, pero la pregunta clave es… ¿se pusieron los frenos necesarios para que no vuelva a regresar?
Durante ese periodo el mundo vivió una etapa pacífica, de gran desarrollo económico y de un extraordinario avance tecnológico. Todo esto generó una real globalización, pero que fue principalmente económica.
La bonanza fue evidente en una gran parte del mundo. Sin embargo, en otros lugares, la pobreza y destrucción siguió avanzando inexorablemente sin que las organizaciones internacionales creadas para combatir estos males hicieran algo para evitarlo.
El modelo no era político ni social, era esencialmente económico y se convirtió prácticamente en una “doctrina”, mientras que la moral, la solidaridad y la sostenibilidad fueron descuidadas.
¡Los frenos que se pusieron para que el péndulo no regrese, fueron totalmente ineficaces!
Grave error que generó el escenario ideal para que la derrotada izquierda se reagrupe y vuelva a la carga, es decir, para que el péndulo inicie su retorno perverso.
Esto ha sido mucho más evidente en nuestra región, dada la gran oportunidad que se genera debido a los problemas sociales y sobre todo a que la política está muy corrompida y desprestigiada. ¡Tremendo caldo de cultivo!
Ante esta oportunidad, Castro, Chávez y Lula crearon el socialismo del siglo XXI, en el tristemente célebre foro de Sao paulo, dónde diseñaron el plan de retorno del péndulo perverso a toda la región.
Esta vez dejaron de lado su estrategia del terror y la violencia y la cambiaron por el adoctrinamiento, el copamiento del Estado, la fuerte propaganda cínica y divisionista atribuyéndose la defensa del pueblo, así como el fraude electoral.
También aprovecharon la crisis moral existente para explotar el tema de la corrupción, que tan buen resultado les había dado en otros países, especialmente en Brasil.
Esto les sirvió no sólo para desviar la atención e inutilizar a presidentes, funcionarios públicos y hasta empresarios que cayeron en su trampa, sino que les ha significado un tremendo negocio para enriquecer a los líderes, sus familias y amigos, como se evidencia en Cuba, Nicaragua, Venezuela, Argentina y Bolivia.
Latino América aprovechó los vientos a favor del péndulo económico en las dos décadas pasadas, especialmente Chile, Perú, Colombia y México. Por eso, no es casualidad que justamente estos cuatro países de la Alianza del Pacífico son hoy los principales objetivos para el regreso del péndulo.
Los cuatro países, en menos de dos años, han pasado a tener presidentes que representan al socialismo/comunismo. ¡Movimiento pendular perfecto!
¿Este gran logro se debe sólo al foro de Sao Paulo o también a los países de la región que no pusimos los frenos necesarios para detener al péndulo?
En el caso del Perú, aparentemente la bonanza económica nos mareó y no supimos balancearla con la moral, la solidaridad y la sostenibilidad.
Dicho con más claridad: ¡A pesar de que el ciclo del péndulo anterior nos hizo vivir la terrible experiencia del terrorismo, muerte y destrucción, nos convertimos en cómplices, porque no fuimos capaces de poner los frenos necesarios para que no regrese!
¿Es posible detener el péndulo a estas alturas?
Personalmente creo que es difícil pero no imposible. Además, en nuestro país, la solución debería ser más fácil porque no se trata de un tema político entre izquierda y derecha, ni de uno social entre ricos y pobres o geográfico entre Lima y provincias, como nos lo quieren hacer creer.
Es un tema de incapacidad moral ejercida por una mafia de delincuentes corruptos que quieren saquear al país burdamente ante nuestros propios ojos.
Para eso contamos con una constitución que nos da los mecanismos suficientes para detener al péndulo. ¿Vamos a permitir que los que deben utilizarlos sigan jugando con el futuro de nuestro país? Lampadia