Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia
Salvo algunos pocos despistados o desinformados, no hay quien no sienta en carne propia y reconozca la profunda crisis en la que este gobierno ha sumido al Perú en menos de un año. Esta crisis no sólo es monumental por cuestiones políticas y económicas, tanto internas como externas, sino por el hecho de estar gobernados por incapaces y delincuentes.
Ante una crisis de esta magnitud, tratemos de apelar al pensamiento y consejo de uno de los hombres más reconocidos en el mundo por su sabiduría y genialidad, tal como Albert Einstein.
Él reconocía que “la crisis es la mejor bendición que puede caerle a las personas y países, porque ella trae progreso”.
Y agregaba que, “la creatividad nace de la angustia, como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias”.
Lo bueno de todo esto, es que quien supera la crisis, se supera a sí mismo sin ser superado. Por eso concluía que, “no podemos pretender que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo”.
Y aquí nos encontramos, observando impasibles lo que esta gavilla le está haciendo a nuestro país, que están infiltrando el aparato del Estado, que abonan a la crisis con sus acciones y que son insensibles ante el dolor humano de gente poco educada y menesterosa, que sólo espera una dádiva del gobernante de turno. Gente a la que le siguen minando la poca autoestima que le quedaba antes de esta crisis y a la que fueron conducidos con engaños, táctica propia del manual de los populistas más tradicionales.
Por eso Einstein, como corrigiendo el predicamento a todos los peruanos, dice que “Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis, es la crisis de la incompetencia”.
Y como si desde su época hablara para el Perú, agrega que “El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones”.
Y nos alienta diciendo que “sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos”.
Después de tanto hablar y murmurar sobre el tema, viene siendo el tiempo de permitir que aflore lo mejor de los peruanos, que tomemos los desafíos que se nos están presentando y que pongamos lo mejor de todos nosotros para resolverlos, pues sólo “hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo”. Tenemos que identificar claramente las trabas y candados que están impidiendo una salida adecuada y pronta del nudo en que nos encontramos, los agentes que, priorizando sus minúsculos intereses, están sacrificando a la Nación entera y su futuro. No podemos permitir que las voluntades compradas de ciertos congresistas, claramente identificados por toda la ciudadanía, nos conduzcan a la destrucción del país y de todo lo avanzado.
Evidentemente, quienes han vendido sus voluntades, tienen muy claramente internalizado en su mente y corazón, el espíritu delictivo y corrupto. Quienes son capaces de traicionar a su patria y a las legítimas aspiraciones de sus votantes, obviamente son gente que tiene una trayectoria llena de actos ilícitos, inmorales y delictivos, por eso, no debe llamarnos a sorpresa que en este gobierno no encontremos enquistado a un delincuente, sino que, como nunca antes en la historia, la regla sea que los convocados a conformar el grupo de gobierno, cuenten con historial turbio, antecedentes policiales, penales o de allegado al terrorismo, si no es alguien que actuó abiertamente como terrorista. Esa gente, sin duda, estará dispuesta a traicionar a sus convocadores y corruptores, y es ahí donde debemos trabajar.
Por supuesto que tan pronto como se vean acorralados por su historial delictivo y exigidos a cumplir con acuerdo previos, legales o ilegales, estarán más que dispuestos a alinearse con el cumplimiento de la ley, a dejar de argumentar “apoyo a la gobernabilidad”, sabiendo que no es más que una coartada, y consecuentemente a “cantar”, acusar, o a modificar sus votos en la línea correcta.
Recordemos que los congresistas, sólo tienen inmunidad parlamentaria respecto a sus actos de función y que no se les puede perseguir por sus opiniones en el ejercicio de esa labor, pero debemos tener presente, que muchos llegaron al congreso después de actuaciones ilegales en sus comunidades, distritos o regiones y que, consecuentemente, todos sus actos previos sí son pasibles de judicialización y sanción. Muchos podrían ver amenazado su futuro si transparentamos su pasado y aceleramos los procesos judiciales que les corresponden. Otros podrían verse sin salida ante las demandas de quienes fueron defraudados en el pasado.
Por supuesto, habrá también quienes, ante un diálogo personalizado dentro del ámbito político del Congreso, estarán dispuestos a la reflexión y reconsideración de sus posiciones y tendremos que captarlos para la causa de la defensa de los intereses nacionales.
Por todo esto, “trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla”.
Entiendo que las protestas y las marchas son importantes, pero la izquierda, que lo maneja bien, sabe que sólo las protestas violentas, con al menos un par de muertos, derrocan gobiernos y eso no es parte del pensamiento, ni de la actitud de la gente de bien que quiere proteger al Perú.
En consecuencia, la labor de convicción política dentro del Congreso y la puesta en evidencia de la trayectoria delictiva previa de esos actores obscuros, con amenaza de sentencia y puesta en riesgo de sus prebendas, es una de nuestras pocas soluciones.
Pensemos en otros instrumentos y opciones para salir de nuestra crisis, convirtiéndolos en oportunidades, pero debemos equiparar las armas con las que los enfrentamos. Lampadia