Nelson Torres Balarezo
Para Lampadia
20 de octubre de 2017
Hace algunos años, alguien me contó lo hermoso que era el paisaje en Tres Cañones, en la provincia de Espinar – Cuzco. Recientemente, vi un reportaje sobre el destino y me pareció una buena idea hacer una visita de fin de semana con mi familia.
No pretendo hacer una crónica turística de Tres Cañones, sólo puedo decir que es impresionante, un sitio muy hermoso, con un potencial turístico muy alto, no solo para el turista local sino también para el foráneo; sobre todo si se puede articular adecuadamente con otros circuitos.
Pero más allá del paseo turístico, lo que más me llamó la atención fue el impresionante desarrollo urbano y económico de la ciudad de Espinar. Sólo había tenido malas noticias de ella; de conflicto antiminero, de paros y huelgas. Sin embargo, Espinar es, con distancia, la ciudad intermedia más desarrollada de la región Cuzco. Salvo Paucartambo, conozco todas las capitales provinciales de la región y Espinar tiene un desarrollo urbano y comercial muy superior a todas las demás; incluso Urubamba, con todo el turismo que tiene.
La primera pregunta en mi mente fue ¿Cuál es la razón? Espinar se encuentra en una zona altoandina dura, con pocas posibilidades de desarrollo económico sostenible en base a la agricultura y ganadería, y por cierto con casi nulo turismo. El día de nuestra visita no encontramos a ninguna otra persona en Tres Cañones y no vimos a nadie más con apariencia de turista en nuestro paseo por la ciudad.
Para mi suerte el taxista que nos llevó a Tres Cañones (luego a Coporaque) resultó un gran informante. Para él, era claro que el desarrollo de Espinar era por encontrarse “en medio de un corredor minero”; hacia un lado Tintaya y Antapaccay, cerca Constancia en la vecina provincia de Chumbivilcas, más allá Las Bambas, cuyo material pasa por Espinar. Sin una venda ideológica en los ojos, resultaba más que evidente que una ciudad altoandina, en una zona tan complicada y remota, sólo es viable gracias a la minería. Tras la actividad minera, hoteles, restaurantes, transporte y muchos otros servicios relacionados. Y, por sobre todo, canon.
Al final de la visita fuimos a Coporaque. Un hermoso (y prácticamente abandonado) pueblo colonial, con calles asfaltadas donde no había casas, una piscina temperada sin utilizar y un fastuoso palacio municipal donde seguro había más trabajadores que pobladores en el pueblo. Mejor no hablar de un moderno estadio vacío. Sin canon no existiría nada allí.
Perú país minero me enseñaron en el colegio. Nuestros ancestros fueron mineros. Creo que puede haber minería junto con agricultura y ganadería. Cerrar los ojos y pretender un desarrollo sólo en base a actividades claramente poco productivas en zonas tan difíciles es, por decirlo suavemente, utópico; si queremos ser duros, cruel con los pobladores más pobres de nuestro país.