Max Schwarz
Profesor de la Facultad de Ciencias Empresariales y Económicas
Universidad de Lima
Para Lampadia
Resulta inexplicable como por un lado nuestra cordillera nos ofrece una de las más grandes reservas de cobre del planeta dándonos una gigantesca ventaja comparativa regional y mundial y por otro lado esta no puede ser puesta en valor para transformarse en una ventaja competitiva económica real frente al retraso generado por la incapacidad de sacar adelante la operación de nuevos proyectos mineros en el Perú. Pocos recuerdan que la minería nacional representa para el Perú cerca del 14.7% del PBI, pero potencialmente podría llegar a superar el 35% del PBI si tan solo se activaran los grandes megaproyectos que el Perú mantiene eternamente dormidos. ¿Qué estamos esperando? ¿Qué requerimos para superar nuestras restricciones? ¿Por qué nos disparamos al pie? ¿Por qué el retraso innecesario en la gigantesca cartera de proyectos mineros en espera que ya supera los 54 mil millones de dólares?
Si analizamos las razones de fondo, encontraremos que o no existe sustento para este retraso innecesario o estamos frente a auténticos frenos ideológicos que tenemos que combatir y que se han dado el lujo de construir auténticas barreras a la inversión como si no la necesitáramos a gritos. En este contexto, el pretexto ambiental se ha convertido para una minoría ideologizada, en la excusa perfecta que se utiliza para legitimar el freno de la inversión minera en el Perú y de hecho para ocultar de paso, las enormes asimetrías e inequidades económicas y sociales subsistentes producto de la ausencia permanente del Estado y del empobrecimiento de los liderazgos locales base de cultivo para la acción de ONGs anti-mineras que con financiamiento internacional y el apoyo perverso de predadores políticos locales solo han buscado protagonismo a partir del conflicto con las minas deteniendo en la práctica casi toda la inversión minera nacional. Este es un problema pendiente que no ha logrado resolverse y que cuenta con un Estado tibio y temeroso que prefiere la encuesta del corto plazo y no las razones de fundamento de largo plazo en protección y defensa estratégica de la ancestral minería peruana como base del desarrollo nacional.
El cobre no es para siempre. El cobre solo será un activo real mientras no tenga un sustituto perfecto en el mercado ya que tiene un claro valor utilitario. Recuerden lo que ocurrió en su momento con el guano o el salitre, estos activos dejaron de tener valor cuando aparecieron sustitutos que los reemplazaron (estos activos incluso nos llevaron a una guerra cuyos rezagos generaron un atraso del cual nos costó enormemente recuperarnos). El resultado es que los activos de este tipo no son para siempre y que permanezcan dormidos no agrega valor a nadie. ¿O estamos esperando que ya no tengan valor alguno? Recordemos que las oportunidades no son para siempre y lamentablemente las estamos desperdiciando ya que si no nos apuramos el tren del cobre pasara tan rápido que no podremos verlo.
En el caso del Perú, el cobre además no viene solo, en la mayoría de los depósitos mineralizados el cobre viene acompañado de molibdeno con alto valor comercial y en múltiples casos los enormes pórfidos de cobre están precedidos eventualmente por depósitos de oro más superficiales que se asientan sobre el pórfido de manera casi paralela generando en la mina una multiplicación estratosférica en su valor de mercado. En ese contexto, la inversión en cobre agrega valor. En el Perú, cada dólar invertido en cobre genera un 70% de valor agregado bruto, activando un movimiento económico y sectorial equivalente que mueve la rueda de la economía peruana en proporción a la inversión desarrollada con la consecuente generación directa de progreso, actividad económica, empleo y desarrollo en particular en regiones y localidades donde el Estado generalmente nunca llega y la pobreza local impera con inclemencia.
Si bien el precio del cobre queda definido en el mercado internacional principalmente por la magnitud de la demanda China la cual al activar la compra del metal eleva los precios sistemáticamente hasta completar sus stocks, luego de lo cual, cierra la compra y el precio se cae generando un ciclo de mercado bastante conocido por los especialistas donde el precio se convierte en una variable que el operador minero no puede controlar ni influir y se convierte más bien en una restricción de tope frente a la cual el minero local debe volverse extremadamente competitivo en costos para mantenerse en el mercado. El Perú es una potencia minera mundial y líder en gestión de costos. El operador minero peruano solo puede controlar el costo y para ello debe procurar la mayor eficiencia desde el diseño de la mina. Esto solo se logra con economías de escala que permitan mover grandes volúmenes de mineral en cortos periodos de tiempo, gestionado eficientemente los ciclos de la mina (perforación, voladura, carguío, transporte) y de la planta (Chancado, molienda, concentración, lixiviación y refinación del metal) para obtener un costo de operación (Cash Cost) que le permita una apropiada rentabilidad para la operación minera. Si esta rentabilidad no se alcanza, la mina puede quemar desesperadamente las leyes más altas que la geología le ofrece o puede incluso paralizarse hasta la llegada de mejores escenarios de precio que le permitan operar con normalidad en el mercado. Las oportunidades no son para siempre. Ojalá se reaccione a tiempo y no estemos tarde para lamentarnos de una nueva oportunidad perdida como lo fue en su momento el caucho, el guano y el salitre. Lampadia