Por: Aldo R. Delfilippi, Director ejecutivo de AmCham Perú
Gestión, 2 de junio de 2020
Un reporte del FMI, publicado a mediados de abril, señalaba una contracción de 5.2% para América Latina (AL) y el Caribe. Dicha cifra, poco alentadora de por sí, tendrá que ser ajustada a la baja, dado que muchos países terminaron prolongando los periodos de aislamiento y siguen luchando por contener la propagación del virus.
La región se encuentra en una de las etapas más difíciles de la lucha contra la pandemia por el covid-19. Se están llegando a los picos de contagio, los servicios de salud están colapsados, hay dificultades para respetar el aislamiento social; sin embargo, ya se está dando la reapertura de la economía de manera gradual. Esto último es muy importante y no puede esperar más; ya que la situación se agrava cada día por el alto grado de informalidad.
La informalidad, que bordea el 70% para el Perú, explica el hecho de que mucha gente subsiste de sus ingresos diarios. Nuestra realidad no es muy lejana a la de otros países de la región. Colombia registró un nivel de 47% para fines del 2019. Brasil, con sus 212 millones de habitantes y una población ocupada que supera los 90 millones, registró una informalidad en el mercado laboral superior al 41%. Bolivia, por su parte, llega a 63%, mientras que Panamá, hub comercial más importante de la región, asciende a 43%. Para Costa Rica y Uruguay, las que están ‘mejor’ por ahora, sus tasas son de 36% y 25%, respectivamente. Sin duda, la informalidad es uno de los grandes pendientes por resolver durante y luego de la crisis que estamos atravesando.
El otro tema importante es la falta de instituciones sólidas, respecto a la ley y a la autoridad, sanción por incumplimiento, corrupción aún en las peores épocas, exceso de burocracia, incapacidad para tomar decisiones, búsquedasde soluciones populistas en el lugar de técnicas, escaso uso de la tecnología, en fin, muchos temas que hay que trabajar, en países donde por años el Estado intervino en actividades económicas, en lugar de contribuir a mejorar los sistemas de salud, efectuar mejoras para reducir más la pobreza y proveer buen nivel de educación.
¿Qué medidas tomar ahora? De acuerdo con la consultora FocusEconomics, la inversión privada caerá como mínimo 7% y el desempleo subirá a más de 10% para el 2020. Parte de capacidad de respuesta para salir adelante, como lo ha sido hasta ahora, vendrá de la solidez de instituciones y la composición económica de cada país. Se necesita de un clima de confianza, estabilidad económica y de la apuesta de agentes clave para dar a conocer lo que cada país puede ofrecer al resto, en términos comerciales y sellar alianzas.
Es aquí donde aquellos países con industrias sólidas y de bajo nivel de contagio -minería, construcción, manufactura, entre otras- tienen la capacidad de recuperarse en el corto plazo. Dichos son sectores de alto valor agregado y mueven una gran cantidad de hilos dentro de la economía, Asimismo, aquellos países que tengan una buena relación con China e India también tienen oportunidades: ambas potencias son de las pocas que se estima que crecerán este 2020 (1.2% y 1.9% respectivamente, según el FMI); mientras que el resto del mundo entrará en una fuerte recesión.
Nos espera un largo camino por recorrer. El reto está en disminuir el golpe y ver de qué manera se van forjando opciones para salir adelante. Mucho se aprenderá de esta crisis, la primera que viven las nuevas generaciones, y quedan muchas tareas pendientes. El momento para pensar en soluciones es ahora, las que deberían empezar por una mejora en la institucionalidad de nuestros países.