Por: Luis Garcia Miró Elguera
Expreso, 13 de noviembre de 2018
En el colmo de la desfachatez, el escritor/político Mario Vargas Llosa manifiesta muy suelto de huesos que se “equivocó” al votar por Pedro Pablo Kuczynski para ocupar el cargo de jefe de Estado. Tratando de endosarle este error a los peruanos –dentro de los que se incluye cuando le conviene– ha dicho esto: “Sí, nos equivocamos (al elegir a PPK). Para mí ha sido una de las peores decepciones de mi vida porque yo lo conozco bastante, éramos muy buenos amigos (…). (Kuczynski) no se atrevió a enfrentarse (al fujimorismo). Lo que está haciendo ahora Vizcarra debió hacerlo PPK. Y luego ese enjuague horrible para salvar su cabeza negociando con Fujimori el indulto, después de haber dicho que jamás indultaría a Fujimori.”
No, señor Vargas Llosa. Usted no solo se equivocó al promover vehementemente la candidatura de Kuczynski. Porque usted hizo lo mismo al impulsar las postulaciones presidenciales de otros dos amigos suyos: Alejandro Toledo Manrique y Ollanta Humala Tasso. En síntesis, usted aprovechó la simpatía que le guardaba un sector de la sociedad peruana y, además, abusó de la repercusión que tienen sus palabras para una prensa ligada estrechamente a la corrupción del caso Lava Jato.
Usted indujo a mucha gente a votar por estos tres candidatos de su preferencia que acabaron indignamente corrompidos por el affaire Odebrecht. Aún más, para que usted lo tenga siempre presente. A lo largo de muchos años la corrompedora Odebrecht financió a los medios peruanos –con los cuales usted se siente tan cómodo– colocándoles avisos innecesarios pero reveladores de sus afanes de penetración y su influencia en dichos medios de comunicación. Esto mismo ha ocurrido con las ONG que manejan la prensa de hoy –como Ippys– que en forma tácita les ha confiscado las direcciones periodísticas a sus dueños para apoderarse del control del país.
Pero a estas alturas de su vida, cuando usted ya ha dejado de aparecer en los espacios literarios del periodismo internacional –porque más bien ha sido trasladado a las páginas de las revistas de chismes y frivolidades–, usted debería ser sincero con los peruanos reconociendo que a estos tres exmandatarios –que hoy están imputados por la Justicia acusados de estar comprometidos en el asalto más grande que ha sufrido el Estado peruano– usted los promovió descaradamente no para que gobiernen como merece el Perú sino para aplacar el odio visceral que ha carcomido su intelecto. Pero no. Usted jamás ha sido sincero con este país. Usted siempre ha sido –y es– una persona vanidosa que sólo ha sabido ponerse por delante de los intereses de los peruanos, a quienes ha utilizado de muy mala manera precisamente para saciar esa sed de venganza suya.
La verdad es que al marqués Vargas Llosa solamente le interesa hacer política en el Perú como tratamiento sicológico para intentar sosegar sus enormes frustraciones en este terreno –el político– en el cual siempre le ha ido tan mal en la vida. Quien sostiene esto no es solo este escriba, sino la comunidad intelectual internacional. Quien a hierro mata…