Por: Carlos Neuhaus
Perú21, 29 de abril de 2020
En tanto sea necesario, debiéramos contemplar la posibilidad de aplicar el bisturí para empezar a recuperar la economía, para que esta no caiga en un vacío que luego haga aún más difícil su recuperación.
Hace 7 semanas, los peruanos aceptamos recluirnos en nuestros hogares, colaborando, como silentes soldados, en una guerra contra un enemigo invisible que va diezmando a los pueblos conforme avanza por el mundo.
En un inicio lo vimos lejano, nos separan miles de kilómetros de Wuhan, la ciudad china donde comenzó el brote; pero más temprano que tarde, el virus llegó a nuestro suelo tomándonos completamente desprevenidos: la globalización es real, nos guste o no, para bien y para mal. Pensando en nosotros, nos enfrentamos a una crisis severa que requiere de medidas audaces y de líderes que sepan llevarnos a superarlas.
El Perú, durante su existencia milenaria, ha sufrido distintas y superlativas crisis y todas las ha logrado superar. Muchas de ellas nos encontraron desunidos, como la guerra civil entre Huáscar y Atahualpa, o la que, durante la República, libramos contra Chile.
Mucho tiempo después nos levantamos de la guerra contra el terrorismo y la hiperinflación que devino -y condujo al país- en una crisis económica de tremendas magnitudes.
Lo que hemos aprendido, en todo caso, es que no podemos perder la calma ni caer en la desesperación. Menos aún pensar que solo existe una forma de enfrentar y vencer una crisis; la verdadera constante es que debemos mantener la convicción de persistir hasta el final. Para ello, los responsables deberán rodearse de los mejores -incluso de personas que sean más capaces que los mismos líderes-. Es importante reconocer que por más sabio que sea un profesional en su respectiva área de conocimiento, sabe menos que otros profesionales que dominan las otras áreas. Por eso, se necesita de diversos profesionales para resolver efectivamente una crisis.
Otro detalle importante está en la capacidad de reaccionar a tiempo cuando una estrategia no funciona y poder enmendar así el rumbo para cambiarla. Cambiar de rumbo no es señal de fracaso, es señal de humildad y seriedad en la búsqueda de los objetivos. Hacer cambios en el equipo no significa que me equivoqué, significa que me doy cuenta que las condiciones han cambiado y es necesario adaptarse a las nuevas.
Así como nuestra selección llegó al último mundial dirigida por un gran estratega, nadie puede dejar de reconocer lo fundamental que resultó el apoyo de los hinchas.
Esto me trae a colación una frase de John F. Kennedy durante su discurso inaugural como presidente de los EE. UU., el 20 de enero de 1961: “No se pregunten lo que su país puede hacer por ustedes, sino lo que ustedes pueden hacer por su país”.
En resumen, no todo es tarea del Gobierno, salir de la crisis es tarea de todos.