Por: María Isabel León
Gestión, 3 de junio de 2020
ES MOMENTO DE UNIR FUERZAS Y TRABAJAR TODOS JUNTOS, SECTOR PRIVADO Y PÚBLICO PARA RECONSTRUIR NUESTRA ECONOMÍA Y NUESTRO PAÍS.
Desde que se conoció el primer caso de covid-19 en el Perú, el sector privado manifestó al Gobierno su voluntad y compromiso para trabajar, juntos, en superar la emergencia sanitaria, ofreciendo todas sus capacidades para enfrentar y mitigar las consecuencias sociales y económicas que la pandemia pudiera producir.
El principal objetivo: salvaguardar a los millones de familias que, además de la enfermedad, están sufriendo por la paralización de las actividades productivas. Hoy, la pandemia ha enlutado a los hogares de más de 4mil personas que perdieron la vida y ha dejado sin ingresos, principalmente, a un grueso enorme de peruanos, emprendedores y pujantes, que viven del día a día, alejados de la formalidad.
El manejo responsable y serio de nuestras finanzas públicas de las últimas décadas nos ha permitido gozar de una solvencia y fortaleza económica por encima de los demás países de la región, y tener la capacidad de poder implementar programas y políticas orientadas al poto y subsidio de millones de peruanos y de apoyo a miles de empresas como generadoras de fuentes de trabajo formal.
Hemos sido campeones en construir una macroeconomía sólida, pero no hemos sido capaces de convencernos todos de la importancia de contribuir de manera solidaria y conjunta con esta realidad. Así, registramos más de 70% de informalidad laboral y generamos casi un tercio anual de evasión en el pago de nuestras obligaciones tributarias, en relación al total del presupuesto público anual, tanto de personas naturales como jurídicas sin distinción.
Es decir, no hemos sido capaces todavía de entender que todos, juntos, debemos contribuir con nuestro aporte personal, y el de nuestros emprendimientos, en los fondos de redistribución necesarios para dotar a nuestro país de servicios públicos de calidad (salud, educación) y de infraestructura pública, necesario de nuestro desarrollo como sociedad.
Tampoco hemos sido capaces de desterrar el virus de la corrupción, que ha sido opacado por delincuentes disfrazados de liberadamente de altas autoridades, gobernadores, alcaldes, funcionarios diversos, periodistas, empresarios y un sinfín de otros actores, muchos de ellos procesados y presos hoy, pero que no nos han permitido a los demás avanzar a mayor ritmo y velocidad, generando desconfianza entre los peruanos.
Necesitamos mantener las líneas maestras del sistema de libertades personales y sociales que nos han permitido avanzar a través de estos años. Nuestro país no está para aventuras estatistas ni populistas, pero necesitamos también ser capaces de rectificar aquello que no se hizo o se hizo mal.
Asegurémonos de que los recursos y la riqueza recaudada sean utilizados de manera eficiente, eficaz y oportuna a favor del desarrollo y servicios básicos de calidad para todos los ciudadanos sin distinción. Nuestro país es grande y lo podrá ser más, aun en esta coyuntura de adversidad mundial.
Han pasado más de once semanas desde que este virus invisible llegó a nuestras fronteras y nuestra economía se va debilitando. Nuestros recursos son finitos, pero las necesidades se presentan infinitas. Ya el Banco Mundial proyecta un escenario de recesión mundial del que el Perú será parte, sin duda alguna. Esto se traducirá en el quiebre de empresas de todos los tamaños, en la pérdida de miles de puestos de trabajo y en el lamentable aumento de pobreza.
Es momento de unir fuerzas y emprender una cruzada por la inversión promovida desde el más alto nivel. Los peruanos somos testigos de los efectos positivos que genera la inversión, en la creación de empleo, el desarrollo de nuestras potencialidades y la reducción de la pobreza. La reapertura de la economía se debe producir respetando las nuevas reglas de convivencia y el cumplimiento irrestricto de u protocolo de salud, único y general, que garantice las condiciones de salud y de vida para todos.
Debemos también concentrarnos en que este esfuerzo de inversión para el crecimiento aborde la eliminación de la informalidad y que nos encuentre decididos y aliados a construir, con nuestros recursos y el esfuerzo general, un Perú solidario, capaz de llevar adelante todos nuestros sueños y fortalezas, con un soplo único: el de la integridad.
La población debe percibir y saber que tenemos la capacidad de trabajar todos juntos, sector privado y público, para reconstruir nuestra economía y nuestro país.