Por: Jorge Morelli
30 de octubre de 2020
El operativo de inteligencia que ha llevado a Chile al suicidio es muy simple. Hay que conocerlo para detener el que está en marcha en el Perú.
Todo está perfectamente descrito en el artículo de Axel Kaiser publicado en Economía de EXPRESO (sábado 30 de octubre). Consistió en hacer que los chilenos se creyeran con todos los derechos de los suecos sin los deberes respectivos. Se trató de un operativo mental de inteligencia sistemáticamente ejecutado a lo largo de 20 años –esos son los plazos de los operativos para capturar el poder-. Un mega psicosocial solía llamarse antes, pero no de un día o una semana como entonces, sino una incepción –así se llama hoy- de largo plazo y a escala masiva.
Consiste en la sustracción planificada y sistemáticamente ejecutada del paradigma de la sociedad respecto de su identidad, su pasado, presente y futuro, y su sustitución clandestina por otro, destinado a incubar progresivamente la siguiente secuencia: desencanto, escepticismo, depresión, sorda ira, violencia y, finalmente, la captura de un poder que cae por sí solo.
Ni siquiera es una novedad. Este fue el plan alternativo de Gramsci al de Trotsky y Lenin para la captura del poder. Recomiendo al respecto mirar cuidadosamente el video en las redes de una entrevista hecha hace más de 60 años a un oficial de inteligencia soviético quien ya entonces denunciaba una por una las etapas de este proceso de 20 años. La novedad es la escala masiva en versión siglo XXI en las redes sociales globales.
Eso lo que viene haciendo en el Perú la izquierda caviar en sus dos versiones, la de los tontos útiles y la de quienes saben perfectamente lo que está pasando y quiénes lo están fabricando. Financiado desde fuera, alimentado desde dentro por información fake distorsionada, un país es sistemáticamente conducido primero a creer que ha alcanzado ya la condición de primer mundo con una economía y sociedad desarrolladas: la Tierra Prometida que ofrece el crecimiento del PBI. Luego viene la caída en la realidad. Ese país –la nueva generación especialmente- no conoce el pasado reciente y no se compara con la situación de pobreza que padeció pocas décadas atrás. Se compara con naciones que hace muchas décadas desarrollaron lenta y concientemente mecanismos para una real igualdad de oportunidades, una verdadera libertad de la economía y una auténtica gobernabilidad democrática.
Cuando los chilenos olvidaron quiénes hemos sido todos en esta parte del mundo y comenzaron a compararse con los suecos, como dice Kaiser; cuando fueron sistemática y perversamente inducidos a creerse los suecos de Sudamérica, sumieron progresivamente a un país entero en la depresión al comprobar diaria, dolorosa, fácticamente que eso era una mentira. Y la depresión incubó la ira.
Un país renacido de las cenizas y orgulloso de sí mismo, en cambio, como lo fue el Perú cuando derrotó al terrorismo senderista y emerretista y firmó la paz con Ecuador y con Chile, no es una sociedad que pueda ser arrastrada al suicidio. Pero sí lo es una que es llevada diariamente a la convicción de que nos hemos convertido en la vergüenza y en los perdedores de la Tierra.
Eso es no es más que un espejismo mental. Solo levantemos la mirada más lejos hacia el pasado y el futuro, y el enemigo jamás podrá inducirnos a creer que ya hemos perdido.