El Perú ha implementado en los últimos 20 años un plan de apertura comercial muy importante, construido sobre la base de dos pilares fundamentales: (i) la reducción unilateral de aranceles a la importación, independientemente del país de origen de los productos que se importen; y (ii) la suscripción de amplios acuerdos de libre comercio con países de la región, EE.UU., la Unión Europea, China y otros, los cuales otorgan a los productos importados preferencias arancelarias (arancel 0) en la mayor parte de los casos. Como consecuencia de esta política, nuestra economía es una de las más abiertas del mundo, lo cual ha dotado de mayor competitividad a nuestro sector productivo y ha beneficiado al consumidor, quien paga lo justo al productor nacional, pues siempre tiene la opción del producto importado.
Existen, sin embargo, unos pocos productos que se han mantenido al margen de la apertura comercial. Estos son el azúcar, el maíz, la leche en polvo y el arroz. Cada uno de estos productos tiene una realidad propia. Sin embargo, se podría decir que, hoy día, el azúcar, a diferencia de lo que ocurre con los otros productos antes mencionados, tiene una realidad sustancialmente diferente a la que existía cuando, en el año 1991, se implementó el Sistema de Franjas de Precios para la importación de productos agrícolas.
Hace ya una buena cantidad de años que las empresas azucareras (ex cooperativas azucareras) se privatizaron exitosamente, y hoy Casa Grande, Cartavio, Laredo, Pucalá o Paramonga son empresas eficientes y competitivas que ostentan, según la FAO, los más altos niveles de rendimiento promedio de azúcar por hectárea del mundo. Las excooperativas azucareras son hoy un claro ejemplo de éxito empresarial. La caída de productividad y competitividad que resultó de la Reforma Agraria ya fue revertida, y hoy las empresas azucareras están en condiciones de competir con éxito como lo hacen casi todos los sectores de la economía peruana. Han logrado modernizarse y alcanzaron eficiencia productiva. Una clara muestra de su competitividad es que durante el año 2013 el Perú exportó más de 100,000 TM de azúcar, por un valor que superó los US$ 55 millones.
En este contexto, no tiene ninguna racionalidad que se mantenga al azúcar en el Sistema de Franjas de Precios. De acuerdo con el actual Sistema, si se quiere importar azúcar refinada, sea blanca o rubia, debe pagarse US$ 260 por TM, lo cual equivale a un 62.5% de protección arancelaria, considerando el precio internacional de referencia del azúcar de US$ 416 por TM.
Esto, evidentemente, no tiene ni lógica ni sentido en la realidad actual. Los consumidores, sean las familias o las industrias, no tienen por qué asumir el costo de una protección que las empresas azucareras ya no necesitan. El sistema fue exitoso para apoyar el fortalecimiento de la actividad azucarera. Ya cumplió su objetivo respecto de dicha actividad. Mantenerlo podría, lejos de ayudar a mejorar la competitividad de las azucareras, afectarla.
De acuerdo con el Decreto Supremo N° 115-2001-EF, que reformó el sistema de franjas de precios diez años después de su creación, dicho sistema tiene como propósito “mejorar los niveles de competitividad agrícola”. Resulta evidente que las hoy exitosas empresas azucareras no necesitan de este instrumento de protección, el cual debería ser eliminado.