Los cuatro objetivos del Plan de Diversificación Productiva en realidad son dos: sostener altas tasas de crecimiento en el largo plazo y aumentar el empleo de calidad. Los otros dos, sobre la diversificación y transformación de la producción, llegan solos si los dos primeros se cumplen.
Los tres factores para el éxito en realidad son uno: tener una burocracia eficiente, pagada de acuerdo a su valor de mercado y seleccionada por méritos.
Los tres ejs de acción deberían ser dos: reducción de los sobrecostos y regulaciones perversas, y difusión de información y buenas prácticas a nivel mundial sobre nuevas tecnologías y su licenciamiento. La innovación requiere una base de capacidades técnicas que no tenemos porque los niveles de educación del Perú son de calidad cuestionable que no permiten innovar en la escala necesaria para despegar. Por esto debemos concentrarnos en copiar con eficiencia las mejores tecnologías del mundo para dar el salto tecnológico que dieron los tigres asiáticos en su oportunidad y China actualmente: copiando. El talón de Aquiles del desarrollo de largo plazo del Perú y las economías en desarrollo son los sobrecostos y regulaciones perversas. Es paradójico que el Perú tenga regulaciones más complicadas y conflictivas que las de los países desarrollados y las burocracias más débiles y peor preparadas para administrarlas. De esta combinación surge la macro y micro corrupción, que caracteriza a la mayoría de los actos de regulación del Estado.
Son dos los puntos cruciales que se deben resolver para eliminar las trabas al crecimiento de la productividad. Primero, los sobrecostos y barreras del mercado laboral, eje del desarrollo de la productividad y salarios decentes. El principal fracaso del modelo actual de crecimiento es no haber reducido drásticamente la informalidad, que atrapa a la mayoría de la fuerza laboral en empleos de baja productividad mal pagados. El mercado laboral peruano es el que tiene los sobrecostos más altos en Latinoamérica y las peores barreras al entrenamiento en el trabajo debido a la estabilidad laboral terminal. La supuesta eliminación de la estabilidad laboral de los 90 no es tal, porque libera el mercado laboral de ella por la puesta falsa, mediante contratos a plazo fijo, manteniendo la estabilidad laboral absoluta al final del camino. La manera de resolver este problema es separar la negociación del contrato laboral y el despido económico, de la protección del trabajador desempleado.
Segundo, evitar que la reducción de la regulación del gobierno central sea compensada con más regulación a nivel regional y municipal. Como mi experiencia en desburocratización de los 80 en el Ministerio de Industria lo muestra, por cada trámite corrupto que se elimina a nivel nacional, aparece un nuevo trámite que lo imita y lo agranda a nivel municipal, y el soborno se traslada al ámbito municipal. La desregulación debe ser en todos los niveles de gobierno por igual. Esto ahora es posible, pues la ley orgánica del Poder Ejecutivo da a los ministerios capacidad de eliminar la mala regulación en todos los niveles de gobierno.