Si las relaciones entre China y EEUU ya venían tensionadas por el conflicto comercial en el que se veían inmersos ambos países el año pasado, las investigaciones en torno al origen del covid 19 supone un nuevo obstáculo que ha exacerbado dicha confrontación ya no solo en el ámbito económico, sino también en el militar.
Esta es una advertencia que hace The Economist en un reciente artículo que compartimos líneas abajo en el que además resume las implicancias que este proceso tiene para la geopolítica global y cómo se van mermando las oportunidades de generar consensos en torno a la lucha de otras problemáticas internacionales como el calentamiento global y la lucha contra la delincuencia, además de la que supone la mencionada pandemia.
Como comentamos en Lampadia: Una globalización reajustada, es muy difícil proyectar cómo será el devenir del mundo en los próximos meses en pleno pico de la crisis, pero sin duda algo que podemos constatar como inevitable, a la luz de estas reflexiones, será un mayor distanciamiento económico entre estas dos grandes potencias. Con ello probablemente se seguirán potenciando los ataques a la globalización – parte importante de los discursos de no solo los líderes de ambos países sino también de gran parte de la elite intelectual de Occidente (ver Lampadia: La rivalidad de las superpotencias China y EEUU, Trampa ideológica, política y académica) – fortificando así las doctrinas nacionalistas a favor del proteccionismo de ciertas industrias estratégicas locales en los países y dañando los beneficios del libre comercio.
Nosotros desde nuestro umbral, como país pequeño y altamente dependiente de la demanda externa, debemos mantenernos firmes defendiendo el libre comercio y abriendo aún más nuestros mercados de manera que podamos paliar esta arremetida ideológica y sigamos promoviendo desarrollo para nuestros pobres. Lampadia
La nueva guerra fría y gritona
EEUU vs China
Una relación cargada de rivalidad y sospecha ha caído en una hostilidad absoluta
The Economist
9 de mayo, 2020
Traducida y comentada por Lampadia
Se habría esperado que una pandemia uniría al mundo. En cambio, el covid-19 lo está dividendo. A medida que la enfermedad se ha extendido, las relaciones entre EEUU y China se han hundido en un abismo del que tendrán que esforzarse para escapar.
Mike Pompeo, el secretario de estado, dice que tiene «enorme evidencia» de que el virus detrás del covid-19 provino de un laboratorio en Wuhan, aunque las agencias de inteligencia de EEUU y sus socios de inteligencia más cercanos dicen que aún faltan pruebas. Según los informes, para castigar a China por permitir que la enfermedad se propague, la administración Trump ha considerado exigir reparaciones o cancelar algunos bonos del Tesoro en poder de China, aunque los nerviosos funcionarios estadounidenses más tarde rechazaron esta descabellada idea. China ha calificado a Pompeo de «loco» y de «virus político». Los medios estatales están pidiendo una investigación internacional sobre el «increíble fracaso» de EEUU para hacer frente al brote.
Este ataque profundiza una amarga rivalidad. La opinión dominante en los EEUU es que China es fundamentalmente hostil, un rival estratégico que roba la propiedad intelectual estadounidense y destruye los empleos estadounidenses en la carrera para salir adelante. Mientras tanto, China ve a EEUU como un poder decadente y disminuido que ha recurrido al bullying para mantener a China deprimida porque ya no puede competir de manera justa.
Es probable que la política interna en ambos países intensifique la animosidad. Ahora que el covid-19 ha desvanecido las ganancias económicas que se produjeron durante su vigilancia, el presidente Donald Trump está haciendo que la confrontación con China sea central en su estrategia de reelección, incluida, espera, como una forma de vencer a su oponente, Joe Biden.
China niega cualquier culpa por la pandemia, en su lugar elogia el manejo de enfermedades del partido. En casa, los medios de propaganda insinúan que el virus vino de EEUU, y se cree ampliamente. Sin embargo, la queja de EEUU de que el primer instinto de China fue encubrir el covid-19 es cierta. Otros países, incluido Australia, han pedido una investigación sobre los orígenes de la pandemia. La agencia de noticias Reuters informó esta semana sobre un documento interno preparado para los líderes de China, advirtiendo que los sentimientos en todo el mundo contra su país, liderados por EEUU, son más intensos que en cualquier otro momento desde los asesinatos en la Plaza Tiananmen en 1989. China abofeteará a los extranjeros críticos más vigorosos que nunca.
La tensión entre dos de estos poderes esplénicos tiene consecuencias. Uno es el riesgo de una acción militar. China ha ocupado y fortificado bancos y arrecifes en disputa en el Mar del Sur de China, desafiando el derecho internacional. Recientemente hundió un barco vietnamita allí. Mientras tanto, EEUU ha estado afirmando enérgicamente el principio de libertad de navegación. Cuando las tensiones son altas, también lo son los riesgos de un accidente. El punto de inflamación más peligroso es Taiwán. China reclama la isla como su propio territorio; EEUU tiene un compromiso implícito de protegerlo. Durante la pandemia, China ha estado probando las defensas de Taiwán con salidas aéreas y, en marzo, su primer ejercicio nocturno. EEUU puede estar pensando en enviar a un funcionario de alto rango para visitar.
Ni China ni EEUU buscan la guerra, seguramente. Pero se lanzan deliberadamente hacia una separación económica. El mundo está lleno de rumores de que más industrias deberían considerarse estratégicas. Como lo explica nuestro informe especial sobre la banca de esta semana, China está construyendo un sistema financiero paralelo que evitará los mecanismos de pago basados en el dólar y, por lo tanto, las sanciones estadounidenses. Un acuerdo comercial entre EEUU y China, un descongelamiento menor y precoz en su rivalidad comercial, aún puede desmoronarse.
La animosidad también hace que las amenazas globales, como el cambio climático y la delincuencia internacional, sean más difíciles de manejar. Considere la pandemia en sí. Esta semana, la Unión Europea celebró una conferencia que recaudó US$ 8,000 millones para financiar la búsqueda de una vacuna que podría salvar vidas y permitir que las personas vuelvan a trabajar sin temor. Pero EEUU se mantuvo alejado y China envió un embajador con las manos vacías. Para que esas decisiones tengan sentido en Washington y Beijing, algo debe haber salido muy mal. Lampadia