Los peruanos hemos malogrado nuestra economía. Todos: gobierno, oposición, gremios, académicos, medios y por supuesto, los radicales anti-prosperidad. Unos por acción y otros por omisión. Unos por tomar decisiones equivocadas, otros por elegir autoridades inadecuadas y/o permitir que el país se encamine por la senda del error sin participar de la vida nacional y otros, notoriamente, por propiciar el descalabro detrás de sus ‘ideas muertas’.
Nuestro ‘ciclo virtuoso de crecimiento’ con reducción de la pobreza, la desigualdad y la mejora de todos los indicadores sociales, ya terminó (por ahora). Es muy difícil que en lo que queda de este gobierno se puedan enmendar entuertos y recuperar la confianza en las autoridades, recuperar el crecimiento y mejorar el ambiente político. Esa parece ser la batalla que habrá que desarrollar después del 28 de julio de 2016.
Ahora ha surgido una más urgente e importante: salvar a nuestra democracia del mismo descalabro que hemos labrado en la economía.
Es casi increíble ver cómo todos los días, desde el propio gobierno y, suicidamente desde la oposición de los partidos políticos tradicionales, desde la prédica y acción política de las izquierdas decididas a imponernos el pos-extractivismo y desde la opinión de muchas ‘gentes desconcertadas’, se está socavando la democracia.
Seguramente algunos lo hacen adrede, pero muchos otros no parecen darse cuenta del momento que vivimos. Hasta los agentes venezolanos, como la indeseable Virly Torres (ex aliada de Humala), están atacando al Presidente de la República, vendiendo la posibilidad de una vacancia presidencial o de un gobierno de transición y, en el camino, propiciando otra vertiente de la interrupción de nuestra democracia, una reacción defensiva u ofensiva, del propio Presidente de la República y/o de algunos de los halcones de su entorno.
El éxito del Perú solo puede basarse en la conjugación de una democracia sólida y una economía de mercado que termine de igualarnos con los países más avanzados. La ‘Democracia y Mercado’, es nuestro camino a la prosperidad y bienestar general, como ya ha sido para muchos otros países.
La batalla por mantener una economía de mercado briosa, que continúe trayendo modernidad y progreso ha entrado involuntariamente para la gran mayoría de peruanos, en una fase de hibernación. Mientras tanto no podemos alentar ni permitir la destrucción de la democracia, venga de donde venga.
Eso no significa que no debemos seguir criticando los errores, o persiguiendo la corrupción, pero no podemos ser los tontos útiles de quienes tienen una agenda distinta ala del binomio de la prosperidad: Democracia y Mercado.
Estamos a tiempo de reflexionar, no volvamos a cometer los errores de la vieja política que solo busca llegar al poder, sin importar los medios. El fin no justifica los medios.
Propiciemos las siguientes acciones:
- Compromiso absoluto por defender la democracia. Cuidemos que el cambio de posta se de sin contratiempos el 28 de julio de 2016.
- Aprovechemos este período para tomar conciencia de la realidad global: de las políticas que han permitido que mil millones de personas hayan salido de la pobreza durante los últimos 30 años, de la tercera revolución industrial que con sus tecnologías exponenciales se presenta como disruptiva del empleo y la industrialización y, de la necesidad de construir una nueva gobernanza global, en la que no podemos dejar de participar.
- Evaluemos nuestra evolución económica, social e institucional de los últimos 25 años, sustentemos nuestro análisis en cifras serias y tratemos de establecer las relaciones causa-efecto de las políticas públicas que favorecieron y debilitaron los grandes objetivos nacionales, vinculados a la reducción de la pobreza y la desigualdad, la disminución de la mortalidad infantil y la desnutrición, la inversión y el crecimiento de la economía, la mejora de la educación y la salud, el desarrollo de nuestras infraestructuras e instituciones, nuestras capacidades productivas y de generación de empleo y, la necesidad de contar con un Estado meritocrático, eficiente y alejado de la corrupción.
- Comuniquemos a los ciudadanos las evaluaciones y análisis y promovamos debates serios sobre nuestras posibilidades de desarrollo integral y sostenible.
- Revaloremos los beneficios que nos ofrece el binomio de la prosperidad: Democracia y Mercado.
Somos muchos los ciudadanos que estamos observando los acontecimientos, solo falta que levantemos la voz para exigir un mejor liderazgo en medio de las aguas turbulentas que hemos querido atravesar. Este no es un momento para la pequeñez. ¡Es un momento para la Grandeza! Lampadia