Fausto Salinas Lovón, Cusco
Para Lampadia
Estupidez: dícese de la “torpeza notable para entender una cosa”.
En un país donde la inversión privada ha caído en los tres últimos años y nada indica que se vaya a recuperar notablemente el 2017, donde el PBI no puede recuperarse pese a la inyección de recursos públicos, donde hay una sequía que va a costar millones de dólares en particular en la costa, donde se han protestado letras de cambio y pagarés por más de 4,500 millones de soles, donde la mora del sistema financiero ha llegado a su nivel más alto en 11 años, donde el 20% de los créditos del sistema se hallan vencidos, donde los delincuentes ahora lanzan bombas a los edificios y los asaltos de bancos se incrementan como en épocas penosas de inseguridad, sólo la estupidez de algunos miembros de nuestra clase política dirigente podría explicar que esta no se dé cuenta de cuáles son las verdaderas prioridades del país y nos hayan enfrascado en una absurda disputa por un ministro.
Sólo la más lamentable estupidez podría estar originando que el país entero, con Presidente y Parlamento a la cabeza, se hayan concentrado es una discusión irrelevante a la luz de la magnitud de nuestros desafíos y urgencias.
Y es que, hay estupidez en todo lado.
En el ejecutivo, más de la que pensamos. Sólo así es posible pensar que haya quienes sugieran al Presidente poner en juego la gobernabilidad democrática y su propio mandato por salvar a un ministro, por más merecimientos que este pudiera tener.
En el Congreso, en más grupos políticos de los que parece. En la mayoría y algunos de sus principales voceros, al haber convertido la caída del ministro Saavedra en el primer trofeo de una efímera e insulsa supremacía formal, que no se condice con la aprobación ciudadana que se deteriora cada día. En el oficialismo, algunos de cuyos principales líderes están preocupados, antes qué en los temas nacionales urgentes, en sus urgencias de género o sus intereses personales. En algunos miembros de la izquierda, que acusa, insulta y actúa como si siguiéramos en la segunda vuelta y apela a la calle para lograr lo que no logró en las urnas, en una muestra más de su desprecio por las reglas democráticas y la necesidad de procesar el conflicto al interior del Parlamento. En el Apra, cuyo resentimiento frente al diminuto respaldo electoral obtenido y su aparente deuda con algunas universidades privadas de media tabla parece ser tan grande, que hasta ha perdido el tradicional disimulo con el que ha cabildeado por este y otros intereses durante décadas.
En la prensa y en ciertos líderes de opinión, que lejos de alentar el diálogo, la concertación y que se prioricen los problemas nacionales, alentaban el conflicto por uno y otro lado.
Ojalá que el mensaje del Presidente Kuszynski dé paso a un escenario menos estúpido que el que hemos estado viendo hasta estos días. Esperemos que haga posible que se construya un ACUERDO DE COINCIDENCIAS BASICAS en la línea que propone LAMPADIA o se defina por establecer un co-gobierno, donde se neutralice la beligerancia parlamentaria ofreciéndole el Premierato al fujimorismo o un grupo de ministerios, de forma tal que las dos fuerzas políticas ganadoras de la primera y segunda vuelta se ocupen de los verdaderos problemas del país en base a un acuerdo mínimo y no sean pasto de la estupidez que los acecha desde dentro y desde fuera.
Urge por tanto, acabar con la estupidez en la política peruana que nos ha hecho perder los primeros meses de este mandato, que impide el relanzamiento de nuestra economía y que nada bueno augura para el Perú en los próximos años.
Recordemos que esta estupidez que puede destruir al Perú, puede ser rentable para muchos de alientan el conflicto desde la tribuna. No dejemos que sean ellos los que decidan el destino del Perú.