Por Juan Carlos Tafur
(Exitosa Diario, 15 de Mayo de 2015)
“Apoyar en este momento la suspensión de Tía María, es ponerse de lado de Pepe Julio, de los violentistas y de quienes agreden a nuestra PNP”, ha escrito el exministro del Interior Wilfredo Pedraza y asesor del gobierno en temas de seguridad.
Puede entenderse que Palacio no quiera ceder, que estime el impasse como una cuestión de Estado y, por ende, que no se puede claudicar. Es una opción que los hechos cuestionan, pero puede estimarse: no siempre la mejor fórmula para resolver un conflicto es el diálogo y a veces se debe imponer el Estado de Derecho merced a las fuerzas del orden.
Pero esa estrategia -que si bien es muy costosa en el corto plazo, si resulta fructífera puede producir beneficios políticos a futuro-, exige ser conducida por un líder capaz de alinear detrás suyo a todas las fuerzas que hoy se ven desbordadas por la violencia, no por uno que se oculta, guarda silencio o fatiga el verbo esquivo.
Por ello es que, como están dadas las cosas, no queda otra opción que encapsular el proyecto minero Tía María. Si el gobierno ni siquiera puede controlar el caos callejero, menos va a poder acompañar la ejecución de un proyecto tan resistido. El régimen no tiene el empaque para asumir los riesgos políticos de enfrentarse al extremismo y ni siquiera el afán de persuadir a la población sinceramente indispuesta.
Si Humala no quiere ceder, pues entonces que recupere la iniciativa, que se faje, que arriesgue el capital político que aún tiene, que convoque aliados, que haga política pública y a rostro descubierto, que asegure la paz social y evite la perversión de la protesta. La historia no registra gobiernos que hayan ganado batallas como la de estas horas a puerta cerrada o a punta de meros alardes.