La hegemonía sanitaria que pretende la señora Mendoza
Fausto Salinas Lovón
Desde Cusco
Exclusivo para Lampadia
La candidata de Nicolás Maduro en nuestras elecciones presidenciales, la señora Verónika Mendoza, se rasgó las vestiduras porque el gobierno publicó el reglamento para el registro sanitario de las vacunas. Acusó al presidente Sagasti, también de izquierda, pero moderada, de “convertir la salud en negocio”. La señora Mendoza, fiel a su credo estatista, está en contra de la comercialización de vacunas y prefiere que no la tenga nadie.
¿QUE HAY DETRÁS DE ESTA POSICION?
- El sentido perverso y distorsionado de la igualdad, según el cual, si existe el riesgo de que algunos perciban un bien antes que otros, es mejor evitar que todos lo tengan. La lógica del perro del hortelano de la que habla la cultura popular.
- La creencia cínica de que un Estado, que demostró incapacidad en detener los contagios y evitar la destrucción de la economía, debe seguir ordenando nuestras vidas, nuestra salud y decidiendo quienes, cuando y a cambio de qué se vacunan.
- El afán electoral de hacer creer a los electores qué declarando las vacunas como bien público universal, llegarán para “todos y todas” (sic) gratis y pronto y no tendrán costo.
DE LA HEGEMONIA CULTURAL A LA HEGEMONIA SANITARIA
Lo que pocos han advertido es que las vacunas, como en su momento lo fueron las pruebas del Covid 19 que se pudieron bajo el exclusivo control del Estado, son instrumentos de la nueva hegemonía sanitaria a la que el marxismo latinoamericano nos lleva, con el aplauso de muchos intonsos que creen que lo hace por nuestro bien.
En virtud de esta hegemonía sanitaria, la salud deja de ser un asunto ciudadano, deja de ser una responsabilidad del padre o madre de familia y pasa a convertirse en otro bien más provisto, controlado, decidido y mal gestionado por el Estado. No importa que lo haga mal. No importa que demuestre que no lo pueda hacer. No importa siquiera que haya mucha corrupción cuando lo hace. Menos importa que otros lo podrían hacer mejor y más rápido que el Estado. Lo que importa es tener el control, solo así se obtiene la hegemonía.
Este término lo mencionó todavía en abril de 2020 el escritor y filósofo Francisco Tomás Gonzales Cabañas desde su blog en la provincia de Corrientes, Argentina, donde denunciaba como los seguidores de la hegemonía cultural gramsciana nos llevaban, so pretexto de la pandemia, a la hegemonía sanitaria, donde “decidían lo que debe o no realizarse, so pena de aplicar la fuerza de la ley”.
En el Perú quien dio el primer paso en esta dirección fue el Ministro de Salud Víctor Zamora, candidato en la lista parlamentaria de la señora Mendoza en las elecciones del 2016. Bajo su administración se dispuso la “hegemonía” de las pruebas en manos del Estado. Grave error que limitó la capacidad de diagnóstico de la enfermedad y nos mantuvo artificialmente por algunos meses como un país con pocos contagios debido a las medidas extremas de hegemonía sanitaria. La realidad desnudó este despropósito y hasta el gonfaloniero del pensamiento anticapitalista en nuestro país, el señor Hildebrandt denunció el ocultamiento de infectados y muertos.
Hoy, cuando en el mundo ya hay vacunas y los seguidores de la “hegemonía sanitaria” no pudieron conseguirle al país ninguna, pretender que las vacunas que no llegan aún, también estén en manos del Estado so pretexto de su falsa gratuidad, no es una medida de salud pública razonable, sino una medida ideológica que hay que desnudar y criticar.
VACUNAS A CAMBIO DE VOTOS
Lo que quiere la señora Mendoza, con un cinismo que su cada vez menos juvenil apariencia ya no puede disimular, es que las vacunas son para ella y sus seguidores un instrumento importante de dominación política. Una pieza más que ella podría controlar, desde una estrategia de dominación y hegemonía cuando llegue al poder.
Que las vacunas se vendan en el mercado, que haya competencia entre laboratorios y que el precio de ellas disminuya por efecto de dicha competencia bien impulsada desde el Estado no sirve. Tampoco sirve que los peruanos tengan recursos para comprarle la vacuna a sus hijos. Todo eso puede evitar los contagios, puede detener la enfermedad, pero no permitirá mantener la “hegemonía sanitaria”, por eso se lo repudia y se lo rechaza.
Vacunas a cambio de votos. Eso es lo que se pretende, como se da la educación, la salud y el alimento a cambio de la sujeción al dictador Chávez o a su tragicómico sucesor Nicolás Maduro en el régimen venezolano que la señora Mendoza admira, no condena y seguramente obedece.
LIBERTAD DE COMERCIALIZACION Y VACUNA GRATUITA PARA LOS PERUANOS SIN RECURSOS.
Lo correcto es que el peruano que pueda pagar una vacuna lo haga. También es correcto que el Estado oriente sus recursos para proveerla a los servidores de la salud, a los servidores estatales que están en la primera línea de la lucha contra el Covid 19 y que la haga llegar a nuestros compatriotas que no tienen recursos para pagarla. Ese es el rol subsidiario del Estado que se debe cumplir.
Para que esto funcione se necesita un Estado concentrado en proveer lo que le compete y no en buscar la hegemonía sanitaria por afanes ideológicos o cálculo político. Se necesita también crear las condiciones para que exista competencia entre laboratorios, droguerías, farmacias y establecimientos de salud para que, cuando la vacuna esté disponible para el comercio, pueda llegar al mejor precio y de la forma más rápida posible.
ABSURDOS DE LA HEGEMONIA SANITARIA
Bajo la lógica de la señora Mendoza se le impedirá al emprendedor norteño, del sur o de Gamarra vacunarse pese a que está dispuesto a asumir el costo para proteger a su familia y seguir trabajando. Bajo esta misma lógica, algunos empresarios acaudalados de nuestro país, que exhiben entre sus hazañas políticas haber alentado las marchas del 15 N que hoy explican la segunda ola de la pandemia, que podrían pagarse una vacuna para ellos, sus familias y trabajadores, se la pedirán al Estado a cambio de su apoyo, quien se las dará antes que a los peruanos que también la necesitan, pero no la pueden pagar.
Bajo la lógica de la hegemonía sanitaria habrá quienes sigan gastando su dinero en “tabaquitos” y “enrollados”, porque el Estado les dará la vacuna, más si son del mismo tinte político.
PALABRAS FINALES
Está usted avisado. No se queje cuando en un tiempo tenga que mostrar su “carnet de la patria” o su “sujeción a la revolución” no sólo para vacunarse, sino también y sobre todo para conseguir una cita en el hospital, una vacante en la escuela o su DNI. ¿No me cree? Pregúntele al que le vende el chicle en el bus o al muchacho que le trae el delivery. Lampadia