Julio Luque, Presidente de IPAE Acción Empresarial
El Comercio, 22 de octubre de 2018
Hace pocos días, McKinsey Global Institute publicó un estudio que busca entender por qué a algunas economías emergentes les va mejor que a otras: Outperformers: High-growth economies and the companies that propel them. El estudio tiene algunas conclusiones sorprendentes y bien harían los encargados de diseñar políticas públicas en el Perú en revisarlo con detenimiento. Se analizaron las principales 71 economías emergentes (incluyendo el Perú) y se definieron como realmente exitosas aquellas que habían logrado incrementar su PBI per cápita en más de 3,5% anual durante los últimos 50 años, o en más de 5% anual durante los últimos 20 años. Primera sorpresa: ningún país latinoamericano, ni siquiera Chile, pasó la valla. Un total de 18 países, todos asiáticos, fueron calificados como ‘outperformers’. La mayoría de países latinoamericanos cayó en la categoría de intermedios y solo 4 en la categoría de atrasados: Bolivia, Venezuela, El Salvador y Nicaragua.
Lo más relevante del estudio no es la categorización de los países, sino las razones por las cuales las 18 economías asiáticas mostraron un resultado tan superior. La primera es una agenda de largo plazo público privada que tiene como principales objetivos incrementar la productividad, los ingresos y la demanda, con medidas tales como incentivar la acumulación de capital, firmar tratados de libre comercio, eliminar regulaciones innecesarias, liberalizar el mercado laboral e invertir consistentemente en infraestructura y educación. Si bien en el Perú lamentablemente estamos aún muy lejos de tener una agenda consensuada para incrementar la productividad, no debe extrañar a nadie que países con objetivos tan claros y con los sectores público y privado trabajando de la mano, sean capaces de brindar un mejor futuro a sus ciudadanos. El segundo factor crítico de éxito es el que seguramente generará más sorpresa y hasta incredulidad en algunos: los 18 países más exitosos no sólo facilitaron sino promovieron agresivamente el crecimiento de sus mayores empresas. Las 18 economías denominadas como ‘outperformers’ tienen el doble de empresas que facturan más de US$500 millones por año que el resto de economías emergentes. Los ingresos de estas grandes empresas como porcentaje del PBI pasaron de 22% en 1995 a 64% en el 2016. Una concentración brutal que seguramente sería calificada por estos lares como neoliberalismo salvaje o algo por el estilo.
La lógica, sin embargo, es muy simple. Nada más importante para un país que la productividad, ya que esta determina su capacidad de competir con otros países y al mismo tiempo define el nivel de ingresos de sus ciudadanos. Los asiáticos se preguntaron, ¿cuáles son las empresas más productivas? Las grandes y, usualmente, mientras más grandes más productivas. ¿Qué tenemos que hacer para aumentar la productividad del país? Tener más empresas grandes. Estas grandes empresas son las que suelen tener una gestión más sofisticada, la capacidad de incorporar nuevas tecnologías, la posibilidad de invertir en investigación y desarrollo, de innovar, de entrenar mejor a su personal y, como consecuencia de todo esto, de pagar sueldos más altos.
Lamentablemente, en el Perú llevamos años haciendo exactamente lo contrario, con el agravante que aquí las diferencias de productividad entre empresas grandes y pequeñas son bastante más marcadas que en otros países. Comparada con las grandes, la productividad de una microempresa es de tan solo 6%, la de una pequeña empresa 16% y la de una empresa mediana, 50%. Sin embargo, seguimos legislando y regulando para restarle competitividad a nuestras grandes empresas. La absoluta inflexibilidad laboral, los altos costos no salariales, el reciente paquetazo tributario o el proyecto para limitar las fusiones y adquisiciones son solo una muestra de la consistencia con la cual nuestra clase política mira con temor y desconfianza el avance de nuestras grandes empresas. Como el citado estudio de McKinsey demuestra, las grandes empresas, lejos de ser el problema, son la solución para aumentar la productividad y, en consecuencia, los ingresos de los trabajadores. No sigamos disparándonos a los pies y adoptemos políticas que ya han demostrado en otros países su capacidad para generar prosperidad para todos.