Editorial de Lampadia
Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia
Luego de treinta años de empobrecimiento, inflación y violencia terrorista, desde mediados de los años 90, el Perú tuvo una recuperación espectacular, con un alto crecimiento de la economía, una gran reducción de la pobreza, una importante reducción de la desigualdad, disminución de la mortalidad infantil y un sostenido crecimiento de los ingresos en todas las regiones del país.
Esto fue posible porque la Constitución de 1993 permitió el regreso de la inversión privada al campo, la minería, la pesca y el turismo, entre otros.
El nivel de los ingresos del Estado muestra con claridad la diferencia de la Constitución del 93 con la del 79. El año 1990 los ingresos del Estado cayeron al 3.8% del PBI, pero con la nueva Constitución los llevamos a 21% el 2011 y a 15% en los últimos años.
En 1990 el Estado no podía cubrir ninguna necesidad de gobierno.
Veamos otros indicadores de como nos fue con la Constitución de 1979 y la de 1993:
Lamentablemente, durante los últimos 10 años, perdimos la consistencia de nuestras políticas de desarrollo. Desde el 2011 se desincentivó la inversión privada, se reclutó muchos funcionarios públicos de orientación anti mercado, y se instaló en el Estado una suerte de desprecio por la inversión privada.
Así fuimos bajando la inversión, el ritmo de crecimiento y debilitando los avances sociales.
Para colmo de males, el 2020 nos tocó enfrentar la pandemia del Covid-19, acompañada de la desgracia de un gobierno incapaz que llevó al país a tener la mayor cantidad de fallecimientos por millón de habitantes y a la mayor caída de PBI en el mundo.
La única manera de salir de la crisis sanitaria del Coronavirus y de recuperar la salud de la economía es vacunando a la mayor parte de la población.
Y por supuesto, el mundo ya lo está haciendo a toda velocidad. Veamos el avance de vacunación en el mundo:
En el Perú, hasta ahora no iniciamos un proceso de vacunación masiva que nos permita cubrir pronto a toda nuestra población. El gobierno de Vizcarra fue incapaz de conseguir vacunas, y Sagasti se demoró en reaccionar. El gobierno dice ahora, a través de un tuit, que ya consiguió suficientes vacunas. Mientras no empecemos la vacunación masiva, no podremos recuperar el bienestar.
Una de las peores consecuencias de esta situación ha sido el aumento de la pobreza. Varios estimados locales indican que la pobreza podría subir en 9 o 10%. El FMI estima el aumento en alrededor de 6%, con lo que la pobreza podría pasar del 21.7% el 2019, a 27.5% este año.
En consonancia con las decisiones de muchos países, de hacer el 2021 otro esfuerzo para recuperar sus economías mediante apoyos extraordinarios a sus poblaciones, el FMI le plantea al Perú la posibilidad de repartir otro bono de mayor impacto, que podría llevar este año la pobreza de regreso a los niveles pre pandemia.
El FMI muestra que un bono de S/ 2,760 podría reducir la pobreza a 20.8% de la población. Para ello, el bono debería dirigirse a los beneficiarios de los programas Juntos y Pensión 65, hogares en condiciones de pobreza en zonas urbanas o rurales, y aquellos con miembros que no son asalariados formales en el sector público o privado, y que ganan menos de S/ 3,000 cada uno (Gestión).
En el siguiente gráfico se puede apreciar la reducción de la pobreza desde un 27.2% sin aplicar medidas, hasta 20.8%, dependiendo del nivel y focalización del bono. El bono de S/ 2,760 sería el de mayor impacto.
Fuente Gestión
El costo de esta medida es de S/ 17,250 millones, el 2.3% del PBI.
Esta propuesta ha generado cierta alarma en círculos económicos por su tamaño en momentos que todavía sufrimos importantes déficits fiscales, 8.9% del PBI el 2020 y un estimado (BCR) de 4.4% para el 2021; y además, con un aumento de la deuda pública a niveles del 35% del PBI.
En mi opinión hay que seguir la propuesta completa del FMI con el bono de S/ 2,760. No hay nada peor que mantener niveles altos de pobreza, tanto en términos económicos, como sociales y políticos.
De lo contrario, el costo de mantenernos en un mayor nivel de pobreza no solo sería muy alto en términos sociales y económicos, políticamente se generaría un ambiente de cuestionamientos generalizados y confusión, en los que se desordena la acción del Estado, tanto desde el lado del Ejecutivo, como del Congreso. El subsecuente costo de malas medidas de gobierno puede ser inmensamente mayor que el del bono sugerido por el FMI.
Este es el momento de poner la carne en el asador. Hay que buscar la recuperación más rápida posible y además, demostrar a tirios y troyanos, que el Perú, gracias a su fortaleza macroeconómica, puede defender a su población de la crisis.
Además del tema macroeconómico, el Perú tiene muchas fortalezas, empezando por su gran potencial productivo. No dejemos que la crisis del 2020 mine la calidad de vida y la confianza en el futuro de los peruanos.
Mientras tanto, tenemos por supuesto, que exigir mayor celeridad en la compra y aplicación de las vacunas, base fundamental para iniciar la recuperación del país. Lampadia