El ministro Piero Ghezzi está preparándose. Según ha revelado en un reportaje publicado este jueves por Caretas (que además le ha dedicado la portada), todas las mañanas sube ocho pisos a trote ligero para llegar a su despacho, juega tenis de manera intensiva y practica Pilates una vez por semana. Lo que no resulta claro, sin embargo, es para qué lo está haciendo. Unos dicen que se trata de un mero afán por mantenerse en forma y otros, que es un calentamiento para dar el salto hacia responsabilidades más encumbradas dentro del gabinete. Pero, en cualquier caso, es obvio que todo ese ejercicio le va a venir muy bien si de pronto se ve perseguido por la misma moto que persiguió hace poco al ex premier César Villanueva hasta darle caza y forzarlo a la renuncia.
LÍDER DE CAMBIOS
Asordinada por titulares más estridentes, la noticia de un desencuentro entre Ghezzi y el ministro de Economía, Luis Miguel Castilla, apareció esta semana en la prensa. En la reunión denominada The Peru Summit, organizada por The Economist y atendida por representantes del mundo empresarial y de la administración pública, el responsable de la cartera de Producción habló sobre cambios en la Ley de Seguridad y Salud en el Trabajo que no encontraron un eco entusiasta en su colega del MEF. Tras señalar que esa ley “es la queja número uno del sector privado”, Ghezzi sentenció, efectivamente, que el problema podía solucionarse cambiando algunos artículos de la norma existente o formulando otra completamente nueva.
Con gesto que evocaba las máscaras funerarias de la antigua Micenas, entonces, Castilla retrucó: “Depende de cuán agresivo uno quiera ser. De repente, por la vía reglamentaria se puede ser una gradualidad” (sic). Hay que anotar que su rotoso dominio del castellano obstaculiza el desciframiento exacto de lo que quiso señalar, pero no cabe duda de que las opciones sugeridas por Ghezzi no le cuadraron… Y las discrepancias se extendieron luego a la evaluación de la relevancia de la informalidad, pues mientras el hombre fuerte del MEF habló de “un falso dilema”, el brioso ministro de la Producción proclamó: “la informalidad es el gran elefante en el clóset que no hemos tocado en el país”.
Al día siguiente, además, Ghezzi le añadió material inflamable a la hoguera. En una entrevista radial, declaró que Produce quiere “liderar cambios”, con lo cual Castilla –que, según los rumores, hace rato que veía el Plan de Diversificación Productiva de su joven colega como si se tratase del proyecto de una invasión extraterrestre– debe haber sentido un codazo en el estómago. Después de todo, el nombre de Ghezzi se menciona frecuentemente como posibilidad de recambio en Economía, sin que se conozca protesta suya al respecto.
Ante esto, y con el candor de los primerizos en política, el ministro de la Producción ha procurado acallar las versiones sobre una pugna entre él y Castilla afirmando que “la prensa siempre inventa discrepancias”. Pero la carátula que le ha dedicado Caretas promoviendo una supuesta ‘receta’ suya y el vigor con el que quiere aplicarla (“Ministro de la Producción pisa el acelerador”, reza la leyenda que acompaña la foto), parece haber hecho sonar todas las alarmas contra intrusos en el MEF, y aún más arriba.
CAMBIO DE LÍDER
Chocar con el favorito de Palacio, en efecto, no es asunto menudo, como descubrió amargamente el ex premier Villanueva. Lo más probable es que, tras la exhibición de su sacrílego deseo, una cuenta regresiva se haya iniciado en el gobierno para Ghezzi. De hecho, algunas voces hablan ya de cuadrillas de buscadores de conflictos de interés, un argumento que ha resultado muy útil para poner en problemas a otros ministros.
Por eso desde aquí queremos promover una cadena de solidaridad con él, que sirva para salvarlo de la sombra motorizada que lo acecha. Si lo sacan, que sea por las necedades que dice sobre las fallas del mercado, no por codiciar un fajín más lustroso.