Ricardo Uceda
La República, 15 de marzo de 2016
La cosa iba mal, pero se puso peor cuando Daniel Urresti empezó a decir, primero internamente y luego en público, que de llegar al gobierno investigaría a Nadine Heredia. Por otra parte, el candidato estaba disgustado porque no recibía apoyo material para la campaña.
El tesorero del Partido Nacionalista, Julio Torres, dijo que había 1.3 millones de soles para gastar y solo 300 mil ejecutados. Había cerrado el caño. Todos sabían que no firmaba un cheque sin el visto bueno de Nadine.
A fines de febrero hubo una agitada reunión en el local de campaña del congresista Fredy Otárola, en la avenida Armendáriz, Miraflores. Había unos cuarenta dirigentes, entre ellos Daniel Urresti y el número 1 de la lista por Lima, el congresista Daniel Abugattás. Él fue quien abrió fuegos. Aludió al tuit de Nadine apoyando la candidatura de Julio Guzmán en su diferendo con el JNE.
Qué partido es este en el que esta señora, que es la presidenta, apoya a Guzmán y no a su candidato. Y los gobernadores del Estado apoyando a Guzmán. ¿Qué es esto?
Intervino un ex militar, miembro del equipo de Urresti. Leyó una lista de 25 gobernadores y funcionarios que habían sido vistos en los mítines de Todos por el Perú. Dijo que había algunas fotos, aunque no las mostró. La discusión se tornó más acalorada.
Abugattás afirmó que lo peor era que había corrupción en el gobierno. Dijo tener pruebas de que un miembro del gabinete se entendía con una empresa extranjera (dio detalles y el nombre, que aquí se omiten por falta de comprobación).
No ataquen a Cynthia
Otárola no intervino. Cynthia Montes, personera del Partido Nacionalista y brazo derecho de Nadine, se paró:
– Cómo es posible que ataquen así a Nadine Heredia. Ella es la presidenta del partido. Y no se está metiendo en la campaña porque el candidato le pidió que no lo hiciera.
– Sí se está metiendo –dijo Urresti–. Pero para favorecer a otro.
Cynthia Montes estaba muy afectada por los ataques. Se puso a llorar. Habló entonces Luis Enrique Raygada, candidato por Lima, ex embajador en Venezuela, quien goza, o gozaba, de la confianza de los Humala:
– Por favor, no ataquen a Cynthia. Ella no tiene la culpa.
Montes abandonó la reunión, acompañada por Violeta Oliveros, del entorno de Nadine, otra candidata. Raygada las acompañó a la puerta y regresó. En los días siguientes Ollanta Humala y Nadine Heredia decidieron deshacerse de Urresti. El miércoles 2 de marzo fue definitivo. Abugattás largó de mala manera a un congresista que vino a proponerle que convenciera al candidato para que renuncie. Mientras tanto, Urresti viajó a Piura. Desde el aeropuerto envió un mensaje por el chat grupal de candidatos nacionalistas. Dijo que el tesorero no había querido pagar el pasaje de su guardaespaldas. Se lamentó de que le hicieran eso a él, que había sido ministro del Interior y se había enfrentado con la minería ilegal. Varios se solidarizaron y hasta ofrecieron hacer una colecta. Urresti respondió que aunque tuviera que viajar en bus, o a pie, continuaría en la campaña.
¿Por qué no entraste?
Por la noche, el Comité Ejecutivo Nacional fue convocado a Palacio de Gobierno. Lo integran ocho: Ollanta Humala, Nadine Heredia, Cynthia Montes, y los congresistas Ana María Solórzano, Javier Isla, Fredy Otárola, Daniel Abugattás y Agustín Molina. De todos ellos, Urresti sabía que la mayoría estaba por desembarcarlo. Incluso Solórzano había deslizado la posibilidad públicamente (después lo haría Molina). Abugattás definitivamente estaba en contra. De Otárola no estaba seguro.
Abugattás no había sido citado, pero se enteró de la convocatoria y fue. Llegado a Palacio, lo hicieron esperar buen rato en una pieza. Pasaban los minutos y nadie lo hacía pasar. En un pasillo vio salir a la Solórzano, quien se mostró sorprendida:
– ¿Por qué no entraste? La reunión ya acabó.
En ese momento fue invitado a pasar. Fue recibido por Ollanta Humala y Nadine. Una reunión tensa y breve, en la que se enteró de que el CEN había decidido liquidar a Urresti. Preguntó por qué no lo habían citado si era miembro del comité.
– Es que sabíamos que estabas en contra –dijo, sonriendo, un miembro de la pareja presidencial.
Urresti en Palacio
El viernes 4, a su regreso de Piura, Urresti convocó al grupo de campaña en Jesús María. Estaban los postulantes a las vicepresidencias, Susana Villarán y Maciste Díaz. También Abugattás y varios otros candidatos. Ya sabían que Ollanta y Nadine habían decidido retirar las listas. Villarán había sido llamada a Palacio de Gobierno el día anterior y se lo habían dicho. Entre los asistentes prevalecía la desazón. Alguien planteó resistir, hacer respetar sus derechos ante el JNE.
Varios se pusieron a leer, algunos a releer, el estatuto del partido. Estaban con las cabezas juntas, como si miraran un mapa. Al cabo de un rato cayeron en cuenta que el estatuto no les daba ninguna posibilidad de rebelarse. Todo el poder recaía en la presidenta y en el CEN que controlaba.
Maciste Díaz fue llamado a Palacio de Gobierno. Salió y nunca más volvió. Luego llamaron a Urresti. El aún candidato dijo que iría y que se haría escuchar. Partió antes del mediodía pero pasó mucho tiempo antes de que se reportara por teléfono.
Llamó como a las dos de la tarde. Dijo que lo habían hecho esperar más de una hora en una sala de Palacio, sin teléfono celular. Creía que en realidad lo habían querido sacar de la reunión de Jesús María. Había salido a almorzar y recién podía comunicarse.
– Me han metido el dedo –dijo.
Los chats del adiós
Urresti llamó de nuevo por la tarde. Ya había hablado con Humala. Le dijo a Abugattás que se iba a sumergir, no hablaría nada más. En efecto, fue la última vez que lo vieron. Hasta el domingo, en que reapareció en un programa dominical.
Varios protagonistas intercambiaron feroces mensajes de despedida en el chat grupal de campaña. Se leían protestas, pedidos de que devolvieran el dinero invertido. En un mensaje se reprodujo el documento de retiro de las listas presentado ante el JNE. Alguien comentó:
– La firma del compatriota Otárola da que pensar. De los otros no se puede esperar nada.
Otárola respondió el chat. Explicó que él no era como los machitos que cuando llegaron al poder se olvidaron de los militantes. Era una alusión a Abugattás. Añadió que a él también le dolía el retiro de las listas.
– ¿Por qué firmó, si estaba en desacuerdo –retrucó una militante.
– La lealtad a los líderes es un valor que no se debe perder –respondió Otárola.
En el chat apareció un puño con el pulgar hacia arriba, signo de aprobación de una periodista de Palacio. Y luego, un mensaje de Abugattás:
– Dan náuseas tus comentarios. ¿Qué te ofrecieron? ¿Candidaturas, obritas, puestos de trabajo? Todos sabemos cómo son las cosas…
Sin comentarios. Lampadia