Por Juan José Garrido
(Perú 21, 20 de Mayo de 2015)
Hasta el 2005, la mayoría de peruanos eran pobres; léase, más del 50% de nuestros compatriotas vivían por debajo de la línea de pobreza (55.6%, según los últimos datos del INEI, para ser más exactos). Hoy, tan solo diez años después, la mayoría de peruanos pertenece a la clase media: según el último estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la clase media ha pasado a representar entre el 50.6% y 53% –dependiendo de la definición– de la población.
Este hecho inédito, por supuesto, nos debería llenar de orgullo y esperanza; en cualquier país se consideraría un hito de lo más importante. Lamentablemente, ha pasado casi desapercibido. Imagino que los hechos relacionados al proyecto Tía María, así como la desaceleración económica, han distraído a los medios, políticos y analistas. En todo caso, sería importante revisar qué factores han originado semejante cambio y qué cosas deberíamos hacer para consolidar dicha movilidad social.
A diferencia de la disminución en los ratios de pobreza, el crecimiento de la clase media tendrá muy poco que ver –si algo– con políticas sociales. Programas sociales como Juntos, Cuna Más, Pensión 65 y Qali Warma poco tienen que ver, entonces, con ello.
Sin duda, dicha movilización se explica por el dinámico crecimiento económico de los últimos 12 años; tanta relación existe entre crecimiento y movilidad que la ralentización del crecimiento ha traído consigo la ralentización de la movilidad social. Al estudiar las razones, son, de igual manera, las mismas: la estabilidad y prudencia macroeconómica, el funcionamiento de mercados relativamente libres y el crecimiento acelerado de la conectividad (transporte y comunicaciones) permiten a los peruanos emprender actividades económicas o movilizarse rápidamente en el mercado laboral.
Sospecho que la alta informalidad también juega a favor de esto. Lamentablemente, esa movilización tendrá un techo, por dos razones: primero, la baja productividad de los sectores informales; segundo, la ausencia de reformas que permitan acelerar nuestra tasa de crecimiento.
Ojalá este próximo proceso electoral brinde ideas sobre estos temas, y plantear así nuevos hitos de desarrollo.