El crecimiento económico por encima de 7% durante períodos prolongados de tiempo es lo que distingue a los ‘milagros’ económicos. Hay razones para esta definición. Si se crece 7% como promedio anual durante una década, se duplica el PBI de un país. El calificativo de ‘milagro’ viene porque en el reporte sobre crecimiento económico del Banco Mundial del 2008 solo 13 economías habían logrado crecer a ese ritmo por un período de más dos décadas, después de la Segunda Guerra Mundial.
En el Perú fuimos capaces de mantener ese ritmo de crecimiento de crecimiento del 2006 al 2011, lamentablemente desde entonces la tendencia ha sido decreciente y muy probablemente terminaremos el 2014 con un crecimiento en el rango de 3-4%.
¿Por qué es importante crecer por encima de 7%? Más allá de los números, mantener altas tasas de crecimiento tiene un impacto real sobre creación de empleo y, por tanto, sobre reducción de pobreza. Para medir el impacto sobre empleo, hagamos un ejercicio muy simple. Tomemos la relación entre crecimiento de empleo por cada punto de crecimiento del PBI de la economía peruana para la última década y asumamos que se hubiese crecido 7% en los tres últimos años. Al final del 2014, la población empleada del país estaría en 16’800.000, frente a un estimado de 15’800.000 empleados que se estima para fin de este año si crecemos al 3%. Es decir, un millón de personas más estarían empleadas si se hubiese crecido al 7%.
En términos de pobreza, hagamos un ejercicio similar. Asumiendo que se hubiese mantenido la reducción promedio de 4,3% por año, frente a una tasa de reducción de 2% que es lo que viene ocurriendo, al cierre del 2014 tendríamos un nivel de pobreza de 15%, lo que implicaría que 2’100.000 personas más hubiesen salido de la pobreza.
Hace mal el Gobierno si cree que con medidas de demanda (mayor gasto público y política monetaria expansiva) se resolverá el problema del bajo crecimiento. La tasa de crecimiento potencial ya no es 6% como todavía parece creer el Gobierno, por lo que políticas de demanda terminarán afectando temporalmente a la actividad económica para después generar desequilibrios en precios y en el sector externo. En la medida en que las trabas, sobrerregulaciones e indefiniciones sigan alejando a las inversiones y deteriorando la confianza de los inversionistas, la tasa potencial de crecimiento potencial seguirá disminuyendo consistentemente.
De lo que se trata es que, junto a las políticas de demanda, que se debieron haber implementado desde el 2013, debería emprenderse una serie de reformas que apunten a generar más inversión y mayor productividad.
¿Cómo podemos hacer para crecer al 7%? Esa es la pregunta que el Gobierno no se está haciendo. El Gobierno requiere un proceso de reflexión interna que le permita identificar las causas reales de la parálisis de la inversión privada y la caída en el ritmo de crecimiento. Allí se descubriría que las políticas y las reformas que nos llevan a mantener altas tasas de crecimiento en el largo plazo no son contradictorias con los programas sociales que se quiere implementar; muy por el contrario ayudan a mejorar los indicadores sociales a través del mayor empleo y mejor remuneración que conlleva un crecimiento fuerte y sostenido.