Por: Juan Carlos Tafur
Sudaca, 25 de agosto de 2021
De acuerdo a lo que se ha podido apreciar en las últimas horas la pugna interna en el gobierno, entre cerronistas y moderados, ha sido ganada por el ala radical. Salvo sorpresas de último momento, el gabinete Bellido -el gabinete de Cerrón- se presentará incólume ante el Congreso mañana jueves a pedir la cuestión de confianza.
Así, se van agotando y acotando las posibilidades, en principio remotas, de que Castillo, empoderado por el cargo presidencial, entendiese que podía marcar su propia cancha y establecer un régimen alejado de los dictados de Perú Libre.
Lo ocurrido tiene graves implicancias para el país democrático. Porque si esa alianza Castillo-Cerrón se consolida, lo que vendrá será, pronto, el intento de forzar la convocatoria a una Asamblea Constituyente corporativista y refundacional de la República, para lo cual desplegará una paulatina estrategia de confrontación en la búsqueda de acumular fuerzas. Será el Congreso, serán los medios de comunicación, serán las grandes empresas, etc., los enemigos serán elegidos en función del objetivo final de llevar al país a una deriva populista y autoritaria claramente antidemocrática.
Las posibilidades de un gobierno de izquierda moderada se reducen y la única forma de impedir que el proyecto maximalista del casticerronismo prospere, pasa por el nivel de contención que desde el Congreso, desde la prensa y desde las calles se ejerza contra ese proyecto.
Particularmente, creo que el Congreso no debería darle la confianza a un gabinete impresentable desde la cabeza, como es el que lidera Guido Bellido. Es principista y democráticamente inaceptable que el Legislativo le tienda un manto de aprobación a semejante despropósito.
Solo se entendería que le otorgue la confianza si lo hace por un cálculo estratégico de acumulación de fuerzas, que requiriese, entre otras cosas, modificar constitucionalmente las cuestiones de confianza y nombrar a los nuevos magistrados del Tribunal Constitucional, de modo de estar mejor guarecido en caso escale un conflicto mayor entre el Ejecutivo y el Legislativo.
Pero que pierda cuidado el Parlamento que ese conflicto va a venir de todas maneras. El gobierno necesita desesperadamente recuperar niveles de popularidad y no le va a bastar con regalar bonos o dictar medidas económicas populistas. Va a requerir de la confrontación que probadamente lo beneficiará (apréndase de las experiencias regionales acontecidas en Venezuela, Nicaragua, Ecuador, Bolivia o Argentina).
Lo cierto es que hoy más que nunca hay que estar alertas. Se ha reconfirmado un pacto antidemocrático entre el presidente Castillo y el radical Vladimir Cerrón. No darse cuenta de lo que eso implica, revelaría una torpeza política gigantesca.
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