José Carlos Saavedra, Director de Análisis Macroeconómico en Apoyo Consultoría
El Comercio, 14 de enero de 2017
En los últimos tres años, el entorno internacional ha puesto a prueba la solidez de la economía peruana y esta ha respondido bien. Hemos recibido golpes muy fuertes y de hecho la economía se debilitó, pero hemos resistido mucho mejor que los demás países de la región. Sin embargo, esta prueba también reveló debilidades en el “sistema inmunológico” de la economía peruana; es decir, en su capacidad de adaptarse y de crecer a pesar del entorno adverso.
Estas debilidades han impedido que la economía defienda mejor el bienestar de las familias, quienes ya vienen soportando tres años de escasez de empleo formal y estancamiento de salarios reales. Mencionaré tres debilidades:
1) Política fiscal poco efectiva. Frente al ajuste de gastos de las empresas y de las familias, el sector público estaba llamado a gastar más. De esa manera, se habría moderado el deterioro de las ventas y la destrucción de empleo. Sin embargo, cuando más se necesitó un impulso fiscal, este fue nulo. La inversión pública ha caído durante los últimos tres años y esto empeoró aun más las cosas, en lugar de reducir el daño. Lamentablemente, la caída de ingresos públicos incrementó el déficit fiscal y ahora hay menos espacio para impulsar la economía.
2) Limitaciones para dejar flotar el tipo de cambio. Cuando el entorno internacional se pone bravo –y las exportaciones caen o los inversionistas retiran sus inversiones del país–, un frente de defensa natural es la depreciación del sol frente al dólar. Esto amortigua el golpe externo, pues contribuye a incrementar la demanda por productos y activos peruanos, al abaratarlos, mientras que a su vez encarece las importaciones.
Sin embargo, movimientos muy bruscos del tipo de cambio también pueden generar daños, sobre todo en la salud del sistema financiero, debido a que aún muchas familias y empresas, con ingresos en soles, tienen deudas en dólares. Una depreciación afecta sus balances y su capacidad de pagar sus deudas. Por eso, el Banco Central trata de impedir saltos muy bruscos del sol frente al dólar. Esto está bien, pero implica que el Perú no tiene toda la libertad para permitir este mecanismo de defensa natural.
3) Inflexibilidad del aparato productivo. Finalmente, es necesario que las empresas y las familias tengan flexibilidad para adecuarse al nuevo entorno. Algunas empresas necesitarán achicarse, reducir costos y redefinir estrategias, productos o áreas de influencia. Algunos trabajadores deberán cambiar de trabajo, redefinir sus presupuestos familiares, etc. Mientras más rápido se adapten, las empresas recuperarán más rápido los niveles de productividad que les permitan volver a crecer. Del mismo modo, mientras mayor capacidad tengan los trabajadores de moverse hacia un mejor empleo, menor será el daño sobre el bienestar de sus familias.
Sin embargo, la enorme rigidez en el mercado laboral ha impedido esta adaptación, tanto para empresas como para las familias. Como consecuencia, la productividad laboral ha caído, la contratación formal está parada y los salarios reales están cayendo.
Hay tres recetas generales para mejorar nuestro sistema inmunológico. Primero, mejorar la capacidad del Estado para gastar, bien y a tiempo. Segundo, reducir el nivel de exposición de empresas y familias al riesgo cambiario, de modo que el tipo de cambio pueda moverse libremente, amortiguando los golpes externos, pero sin generar riesgos al sistema financiero. El MEF y el BCR están tomando medidas para avanzar en estos dos campos. Sin embargo, la tercera receta, la reforma laboral, sigue siendo un tabú. Esta debería estar orientada a dar un adecuado balance entre flexibilidad –para que las empresas puedan adaptarse– y seguridad a los trabajadores –para que puedan moverse en el mercado laboral sin que sus ingresos se vean afectados–. Esto último requiere capacitación constante y un seguro de desempleo eficiente.
Ojalá avancemos en estos frentes, para que la próxima vez que la economía peruana reciba golpes pueda defender mejor el bienestar de las familias.